Cuando no es el momento

Ocurrió en un partido válido por el campeonato argentino, en el juego entre Atlético Tucumán y River Plate. Aún en el primer tiempo, el árbitro del partido señala penalti a favor de River Plate. El bateador oficial del equipo, el colombiano Miguel Borja, recoge el balón para la cobranza. Sin embargo, su compañero, el centro campista Ezequiel Barco, pide ejecutar el penalti. Borja está molesto, se niega a conceder el penalti y el propio entrenador del equipo da la orden: Borja debe cobrar. Pero Ezequiel Barco insiste, los dos discuten, Borja se marcha furioso y finalmente, Ezequiel Barco ejecuta el penal. Y falla, con la defensa del portero.

Sin embargo, el VAR advierte de una invasión del área durante el penalti, que obliga a repetirlo. Ahora, Miguel Borja cobrará, ¿cierto? Equivocado. Pese a la insistencia de Borja y la contundente orden del técnico, Ezequiel Barco exige repetir la cobranza. Y ya debes estar imaginándote qué pasó. ¡Exactamente! Una vez más, falla el remate, mandando el balón por cima del arco. Ezequiel Barco finalmente es sustituido en el entretiempo y ese partido terminó 0-0.

Esta breve historia de la vida real muestra una realidad que también ocurre en nuestra vida espiritual. Queremos hacer algo, pero nuestro Dios, nuestro comandante, nos dice: ¡no! Sin embargo, somos testarudos, insistimos y hasta luchamos, peleamos contra todo y contra todos para hacer lo que queremos, y los resultados no son los que esperábamos.

Y esto pasa porque no es el momento. No era el momento para Ezequiel Barco. Pero no siguió las instrucciones que recibió, fue testarudo, se hizo daño a sí mismo y a su equipo. De la misma manera, tú y yo, cuando insistimos en algo que Dios nos dijo que no hiciéramos, no solo nos dañamos a nosotros mismos, sino muchas veces a nuestra familia, quien paga el precio del fracaso con nosotros.

En Eclesiastés 3 encontramos que “para todo hay un tiempo oportuno”. Tome su tiempo. Hazlo cuando llegue el momento. Escuche la voz de su “entrenador”. ¡Y obedece!

¿Le preguntaste a Dios antes de entrar en este negocio? ¿Consultaste a Dios antes de cambiar de trabajo? ¿Fuiste a los pies del Padre antes de decidirte a hacer esta inversión? Quizás tus resultados de hoy se deban a tu terquedad y por tomar decisiones sin consultar al Señor.

Pero la buena noticia es que nuestro Dios es el Señor de las nuevas oportunidades. Él es quien abre nuevas puertas y reconduce caminos. Sólo necesitas acudir a Él, reconocer tus errores, pedirle perdón y su guía de ahora en adelante.

Oración: Señor, te pido perdón por haber hecho cosas o tomado decisiones cuando no era el momento. Reconozco que soy testarudo y desobediente. Pero quiero cambiar, retomar el camino y andar por donde tú quieres que camine. Amén.

Versículo base: “Para todo hay un tiempo oportuno. Hay tiempo para todo lo que se hace bajo el sol.” (NBV) Eclesiastés 3:1

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