¿Cuál es tu signo?

Se dice que un grupo de amigos estaba reunido, hablando cotidianidades, cuando el horóscopo entró en la conversación.

– “¿Cuál es tu signo?” – preguntó uno de ellos.
– “Sagitario”, respondió el primero.
– “Capricornio”, respondió el segundo.
En el grupo había un joven cristiano, que rápidamente pensó en una manera de decir que nada de esto era real. Cuando llegó su turno dijo:
– “Mi signo es Dinosaurio.”
Los amigos se echaron a reír y dijeron:
– “Pero ese signo no existe.”
Y llegó el momento que el joven estaba esperando. Él simplemente respondió:
– “En realidad, ninguno existe.”

El horóscopo, los signos, las creencias de que la posición de Júpiter y Saturno determinarán cómo será tu día, no son más que una invención humana. No existe ningún signo, ni Capricornio, ni Sagitario ni dinosaurio. La influencia que pueda tener la posición del sol, de la luna, de los planetas o de las estrellas, está limitada apenas a la naturaleza, conforme el diseño de Dios. La vida que tienes ahora es el resultado de lo que sembraste antes, de tus decisiones y de lo que Dios permitió o impidió que sucediera en tu vida.

La palabra de Dios en el libro de Proverbios nos dice que debemos “confiar en el Señor con todo nuestro corazón”. No es en la posición de Júpiter o Saturno en la que confiamos, sino en el Dios que nos creó y nos dio la vida. El texto sigue indicando que “no debemos depender de nuestro proprio entendimiento”. Esto significa que, antes de tomar cualquier decisión, debo consultar al Señor, incluso si, a mis ojos, esa decisión es correcta. Finalmente, el proverbio nos dice: “No te dejes impresionar por tu propia sabiduría” porque es mejor “temer al Señor y alejarse del mal”.

Es mejor meditar en la Biblia y no en tu horóscopo. Es mejor diseñar tu día y tu futuro basándose en lo que dice Dios, y no en tu carta astral.

Que Dios bendiga mucho tu día.

Provérbios 3:5-7

5 Confía en el Señor con todo tu corazón; no dependas de tu propio entendimiento.
6 Busca su voluntad en todo lo que hagas, y él te mostrará cuál camino tomar.
7 No te dejes impresionar por tu propia sabiduría. En cambio, teme al Señor y aléjate del mal.

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