Cómo cambiar mi forma de pensar

“Tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, de cualquier manera, tienes razón”. Esta frase se atribuye al empresario Henry Ford, creador del automóvil. La famosa cita, muestra el poder que tienen nuestros pensamientos sobre los resultados que obtenemos.
Aun sabiendo esta verdad, no siempre es fácil moldear nuestra manera de pensar. Lo que pensamos está profundamente conectado con nuestras experiencias pasadas. También está fuertemente contaminado con las experiencias y los resultados que vemos en los demás. Así que, aunque queramos pensar de una manera, a menudo pensamos todo lo contrario.
La Palabra de Dios nos enseña, en Romanos 12, cómo podemos cambiar nuestra manera de pensar. Y puede que te sorprenda lo que voy a decir ahora, pero es cierto: cambias tu manera de pensar sacrificando tu cuerpo.
Romanos 12 comienza así: “Por lo tanto, amados hermanos, les ruego que entreguen su cuerpo a Dios por todo lo que él ha hecho a favor de ustedes. Que sea un sacrificio vivo y santo, la clase de sacrificio que a él le agrada. Esa es la verdadera forma de adorarlo.”. Pablo nos anima a dar nuestros propios cuerpos como sacrificio a Dios. Observen que Pablo no nos pide que entreguemos nuestro corazón ni nuestra mente, sino que habla del CUERPO como un todo. ¿Y por qué? La respuesta es sencilla: porque quien sacrifica su cuerpo, fortalece su espíritu. Y un espíritu fuerte es una mente fuerte.
Observen que en el versículo 2, Pablo ya complementa con los resultados de este sacrificio: “más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta”. Cuando sacrifico mi cuerpo, mi mente se renueva y entonces, y solo entonces, puedo conocer la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios. No hay renovación de la mente sin sacrificar el cuerpo.
Finalmente, ¿Cómo entrego mi cuerpo como sacrificio vivo a Dios? Mediante el ayuno, la oración, la lectura diaria de la palabra de Dios, negándome a mí mismo, renunciando a los deseos carnales, amando a mi prójimo como a mí mismo y amando a Dios sobre todas las cosas.
Oración: Señor, quiero ofrecer mi cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a ti. Quiero cambiar mi forma de pensar y entiendo, por tu palabra, que al sacrificar mi cuerpo, mi mente se renueva. Ayúdame, Señor, a encontrar la fuerza para sacrificar mi cuerpo. Amén.
Versículo base: Por lo tanto, amados hermanos, les ruego que entreguen su cuerpo a Dios por todo lo que él ha hecho a favor de ustedes. Que sea un sacrificio vivo y santo, la clase de sacrificio que a él le agrada. Esa es la verdadera forma de adorarlo. No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta. (NTV) Romanos 12:1-2