Si la Biblia dice algo, tu opinión no importa

La frase, título de esta reflexión es fuerte y quizás difícil de aceptar. Es posible que ella me deje incómodo. Sin embargo, esta es la verdad más pura. Si la Biblia dice algo, mí opinión o la tuya realmente no importan. ¡No importan en absoluto! ¡De ninguna manera!

Estoy plenamente convencido de que uno de los mayores problemas de la humanidad es el juicio, especialmente sobre Dios y su palabra. Tenemos cada vez más “opiniones” contrarias a las verdades de Dios. Cada vez más, pensamos que “no debería ser así” o, la “Bíblia es un libro antiguo, los tiempos hoy son diferentes“. Y luego empezamos a pensar (sin darnos cuenta) que tal vez la Biblia no es “realmente la palabra de Dios“, y a creer cosas como “la Biblia fue escrita por hombres” y por lo tanto es “falla“.

¿Quieres un ejemplo bastante controvertido? Hablemos de homosexualidad. La homosexualidad es una abominación y un pecado ante Dios y esto se puede leer en Romanos 1, 1 Timoteo 1, 1 Corintios 6 o Levítico en varios capítulos. ¡Es decir, es así y punto! ¡Mi opinión sobre este asunto no importa! Por otro lado (siga leyendo por favor), debo amar al homosexual. En la Biblia, hay más de 20 versículos que ordenan amar a TODOS. No hay exclusiones ni condiciones sobre el amor. Porque el pecado es abominable, pero no el pecador. Por tanto, debo amar al homosexual. ¡Ámalo con todo mi ser! Recibirlo en mi casa, en la iglesia, en mi trabajo con todo el amor del mundo. Nuevamente, mi opinión no importa.

La reflexión de hoy es para recordarte que la Biblia no es solo un libro como cualquier otro. ¡No es! ¡La Biblia es la palabra de Dios! Es la verdad absoluta e indiscutible. ¡Es la verdad misma! Y si ella dice algo, tu opinión o la mía, ¡no importa! ¡Nuestras opiniones no significan nada y no valen nada ante la palabra de Dios!

Oración: Señor, creo que tu palabra es la verdad. Líbrame, Señor, de mis “opiniones” contrarias a tu palabra. ¡Amén!

Versículo base: Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra. (NVI) 2 Timoteo 3:16-17