Ningún sacrificio se compara con el de Cristo
Estaba leyendo sobre el ritual azteca del sacrificio humano y buscando similitudes con el sacrificio de ovejas que practicaba el pueblo de Israel, y también para comparar con el sacrificio humano de Cristo, en la cruz. Los aztecas practicaban el sacrificio humano como una forma de reparar el mundo, mantener el equilibrio y evitar el caos. Los sacrificios se hacían a diferentes dioses (los aztecas tenían más de 18 dioses diferentes) y eran realizados por sacerdotes especializados. Y los sacrificados solían ser prisioneros de guerra, esclavos o personas que habían sido condenadas por algún delito.
Es interesante ver cuán diferentes eran las prácticas, aunque alguién podría intentar afirmar que eran similares. El sacrificio bíblico se hacía para un único Dios, no para decenas de ellos, como hacían los aztecas. Por otro lado, el sacrificio bíblico pedía las mejores ovejas, las más caras, las más puras, mientras que para el sacrificio azteca se buscaban personas “desechables”, como delincuentes, esclavos o enemigos, es decir, personas sin valor para la sociedad. . Y finalmente, la mayor diferencia de todas: no encontramos en la historia azteca que el hijo de un rey se ofreciera a sí mismo como un sacrificio único para que ningún otro hombre fuera sacrificado después de él.
Cuanto más estudiamos el sacrificio de Cristo en la cruz por nosotros, más impactante se vuelve en nuestras vidas. Nada se compara con el sacrificio de Cristo en la cruz. El justo por los injustos, voluntariamente. Los algozes de Cristo pensaban que Él no tenía elección, pero Él estaba allí por su própia voluntad. Una simple palabra y Cristo hubiera evitado toda la prueba, pero lo único que pidió fue: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34).
Frente a todo lo que has recibido de Cristo, ¿qué puedes ofrecerle?
Oración: Señor, agradezco tu sacrificio en la cruz, que no se puede comparar con ningún otro sacrificio que existió o pueda existir en este mundo. Amén.
Versículo base: Él se dio por nosotros, para redimirnos de toda iniquidad y purificar para Sí un pueblo para posesión Suya, celoso de buenas obras. (NBA2005) Tito 2:14.