Una historia de navidad

Un árbol de navidad

El pequeño Benício no podía esperar a la nochebuena. Sabía que la noche del 24 de diciembre, después de la “cena aburrida”, finalmente se daría la orden: “abramos los regalos“. Luego, la noche del 23, se acostó temprano, para que lo más rápido posible, finalmente pudiera llegar al momento tan esperado, al pie del árbol de Navidad, lleno de regalos.

Se despertó la mañana del 24 y la casa estaba vacía. Pero realmente vacía. No estaban sus padres, ni su hermano Pietro. No había sofá en la sala de estar, tampoco estaba mesa del comedor. No estaba la nevera, ni la empleada que preparaba el desayuno, ni el coche del padre en el garaje. No estaba su perro Lucky, tampoco la televisión en la sala de estar o el ropero en su dormitorio. La casa estaba completamente vacía. No había nada ni nadie.

Benicio salió corriendo a la calle. Se sobresaltó al ver que las casas vecinas habían desaparecido. El jardín, la reja de su casa y los árboles de la acera también ya no estaban. Su casa vacía, estaba en realidad en medio de un desierto solitario. No pudo ver nada en el horizonte. Solo tierra y arena.

¿Que fue lo que sucedió? No podía entender. Entonces pensó que debería empezar a caminar para encontrar a alguien. Salió de su casa y caminó unos kilómetros, cuando finalmente pudo ver algo. El tono verde de la figura distante le era familiar, pero tuvo que caminar más para finalmente darse cuenta de qué era. Era un árbol de Navidad gigantesco. Y estaba lleno de regalos debajo de él. Se acercó, tomó el primer regalo y lo abrió. Era el juguete que había pedido repetidamente a sus padres. Pero no estaba feliz. ¿Qué sentido habría en tener ese juguete o ese árbol de Navidad gigante, lleno de regalos, en este mundo vacío?

Fue entonces cuando escuchó la voz de su madre: “Benicio, despierta, por fin ha llegado tu día tan esperado

Benicio se despertó, abrazó con fuerza a su madre y lloró. Confundida, su madre le preguntó qué había sucedido. Él le contó sobre su sueño y ella le dijo con ternura: “Parece que el Padre Celestial quería mostrarte algo, mi amor. Quería mostrarte que lo que ya tenemos es mucho más valioso que lo que aún no tenemos.” Benicio consintió. Esa fue la lección que aprendió en ese extraño sueño. Su madre además, agregó: “Y esta Navidad, lo más importante que tenemos, además de estar en la familia, es saber que Jesús vino a este mundo y por eso ya tenemos la salvación”.

Esta Navidad, regocíjate por lo que ya tienes. Incluso si falta algo material, da gracias por los que te rodean y por la salvación que tienes en Cristo Jesús. Hoy es el día para celebrar la venida de Cristo, que nos dio esperanza. “¡Alégrense, ustedes los justos; regocíjense en el Señor! ¡canten todos ustedes, los rectos de corazón!”

Oración: Señor, estoy agradecido por lo que tengo y por los que me rodean hoy en esta nochebuena. E incluso si estoy solo o no hay nada a mi alrededor, estoy agradecido por la salvación que tengo en Cristo Jesús, quien vino a este mundo para darme esperanza. ¡Amén!

Versículo base: ¡Alégrense, ustedes los justos; regocíjense en el Señor! ¡canten todos ustedes, los rectos de corazón! (NVI) Salmos 32:11

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