Un resumen de toda la sabiduría humana
Juan Masiá, en el libro “Vivir”, cuenta la historia de un joven rey que quería tener toda la sabiduría de la humanidad. Entonces convocó a sus sabios y les dio la misión de traer todo el conocimiento que existía en el mundo. Pasaron 30 años y aquellos reyes magos regresaron con 12 camellos, cargando 500 libros. El rey, que ya tenía cincuenta años, lamentó no tener tiempo para leer todos aquellos libros y pidió a los magos: “Por favor, resuman todo y vuelvan cuando hayan terminado”. Pasaron otros 10 años, y aquellos reyes magos regresaron con 3 camellos cargados de libros. El rey, que ya tenía sesenta años, pensó que no tenía fuerzas para leer tantos libros y pidió una versión nueva, aún más breve. Pasaron otros 10 años y los reyes magos regresaron a la presencia del rey con solo un camello, cargado de libros. Pero el rey era aún mayor, tenía mala vista y pidió un intento más de resumir el conocimiento humano. Luego, pasaron otros 5 años y finalmente esos reyes magos regresaron con solo 1 libro. Pero encontraron al rey en su lecho de muerte. Y el rey, muy triste, dijo:
– “Llegaré al final de mis días sin haber tenido el placer de conocer la historia del viaje humano”.
Entonces, el mayor de los sabios se acercó y le susurró al oído al rey:
– “Su Majestad, todo se puede reducir a tres palabras: nacemos, sufrimos y morimos”.
El rey asintió, como satisfecho de conocer el resumen del conocimiento humano, y expiró.
Particularmente, prefiero la conclusión de Salomón, quien también intentó registrar en un solo libro, todo el conocimiento y la sabiduría de la humanidad. El libro de Eclesiastés es un viaje sobre todas las vanidades humanas, nuestros deseos, la búsqueda de la felicidad, la obsesión por el trabajo y la búsqueda de la sabiduría. Su autor intenta traer todos los aspectos de nuestra vida “bajo el sol”, expresión que utiliza para referirse a esta vida terrenal. Y al final de sus 12 capítulos, trae una conclusión, un resumen, muy diferente a la historia de Juan Masiá. Él dice: “Mi conclusión final es la siguiente: teme a Dios y obedece sus mandatos, porque ese es el deber que tenemos todos”.
El plan de Dios para tu vida no es nacer, sufrir y morir. Sus planes son más grandes. Pero para que podamos vivir los planes de Dios, debemos temerle y obedecer sus mandamientos, que son fuente de sabiduría y conocimiento para esta vida. Sus mandamientos no son un castigo o una carga, de hecho son un mapa para vivir lo que Dios tiene planeado para nosotros: “Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza”, nos dice Jeremías 29, versículo 11.
Decide temer al Señor y obedecer sus mandamientos. Y tu vida será la más extraordinaria que podría haber sido.
Oración: Señor, quiero temerte y obedecer tus mandamientos, porque sé que no son una carga, sino un mapa, para que tus planes se cumplan en mi vida. Amén.
Versículo base: Aquí culmina el relato. Mi conclusión final es la siguiente: teme a Dios y obedece sus mandatos, porque ese es el deber que tenemos todos. Dios nos juzgará por cada cosa que hagamos, incluso lo que hayamos hecho en secreto, sea bueno o sea malo. (NTV) Eclesiastés 12:13-14