¿Un mundo sin niños?
Matheus era un niño muy creativo, con una fantástica capacidad de imaginación. Solía ser la diversión de los círculos familiares, con sus historias, a menudo sin mucho sentido. “Va a ser guionista para Pixar”, decían sus padres. Pero un domingo por la mañana impactó a la familia con esta reflexión:
– “Imagínese un mundo sin niños“, dijo. “¿Cuál sería la más grande consecuencia?”
Y dejó a todos atónitos y pensativos, en 30 segundos de silencio que se sintieron como una eternidad.
– “No habría chocolates”, sugirió el tío Anselmo.
– “Y tampoco juguetes”, completó su madre Ana.
– “No existirían los dibujos animados”, dijo su primo Beto.
– “Sus mentes son muy limitadas”, dijo Matheus, sin disimular su arrogancia.
Todos se rieron pero aceptaron el desafío.
– “Un mundo sin niños sería un mundo sin esperanza, sin futuro“, dijo su padre, Esteban, quien también era profesor de matemáticas.
– “Muy bien papá, pero hay algo más, mucho más importante que eso”, dijo Matheus.
Después de más algunos intentos frustrados de satisfacer al niño, finalmente, él decidió dar la respuesta:
– “Nadie más iría al cielo”, dijo.
Todos se miraron unos a otros, tratando de entender la respuesta. Y Matheus justificó:
– “Jesús dijo que quien no llega a ser como un niño, no puede entrar al reino de los cielos. ¿Cómo podría alguien llegar a ser como un niño si los niños no existieran? Nadie podría saber cómo es un niño”.
Afortunadamente, sabemos cómo es un niño. Así, podemos entrar en el reino de los cielos. Podemos entonces, observarlos y convertirnos como ellos. Necesitamos nacer de nuevo, ser como niños que se dejan enseñar, que se parecen a su padre, humildes, inocentes y puros de corazón. Ser frágiles y dependientes. Alabando a Dios sin pena o vergüenza de lo que otros pensarán o dirán. Necesitamos ser como niños.
¡Me alegro de que existan los niños!
Oración: Señor, estoy agradecido por los niños porque puedo aprender de ellos todos los días. Ayúdame a ser como ellos, a tener un lugar en tu reino. ¡Amén!
Versículo base: En ese momento los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: –¿Quién es el más importante en el reino de los cielos? Él llamó a un niño y lo puso en medio de ellos. –Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos. Por tanto, el que se humilla como este niño será el más grande en el reino de los cielos. (NVI) Mateo 18:1-4