Todo árbol que no da buen fruto se vuelve leña
Fue el 19 de febrero de 1878 que Thomas Edison patentó el fonógrafo, el primer dispositivo que grababa y reproducía sonidos a través de un cilindro. La invención, sin embargo, no cayó en el gusto popular y tuvo poco interés por parte de los músicos y del público en general. Hasta que en 1886, Alexander Graham Bell recupera la idea, mejora el producto con cambios significativos (llegando a infringir la patente de Thomas Edison) y comienza a comercializar el Graphophone. Luego, tanto Thomas Edison como Graham Bell, fundan diferentes empresas que comienzan a competir en el mercado.
Puedes que seas un genio, como Thomas Edison, pero no estarás libre de competencia. Siempre habrá un Graham Bell (otro genio) que pueda mejorar tus ideas y competir contigo. Sin embargo, esto no es motivo para desanimarse. Al contrario, la competencia, en los negocios, en el trabajo, en los estudios y en todo en la vida, debe ser un factor de estímulo para siempre estudiar más, trabajar más, servir mejor y ser un mejor ser humano y profesional.
El texto de Mateo 7:19 dice que “Todo árbol que no da buen fruto se corta y se arroja al fuego.” En otras palabras, si no produce fruta, se convertirá en leña, para producir calor para los demás. Y en particular, siempre he considerado que este versículo también se aplica (y mucho) al mundo empresarial. Porque los negocios o profesionales que prosperan, son los que dan frutos, son los que dan resultados al inversionista o al jefe. Y como cristianos, debemos buscar ser árboles fructíferos, en todo lo que hacemos, incluyendo el trabajo y los negocios.
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Oración: Señor, quiero dar frutos, quiero ser un profesional y emprendedor que dé frutos, no importa cuán dura sea la competencia o las dificultades que pueda enfrentar. ¡Amén!
Versículo base: Un árbol bueno no puede dar fruto malo, y un árbol malo no puede dar fruto bueno. Todo árbol que no da buen fruto se corta y se arroja al fuego. Mateo 7:18-19