Tenga cuidado de no ser demasiado intenso

Girafa mira por sobre la cerca del vecino.

Un cuento del escritor brasileño Carlos Drummond de Andrade, relata la historia de un hombre, quien fue designado por el rey para ser su contador de historias oficial. Y para el, era muy fácil contar historias. Estas salían de su boca como un diluvio. Todos los días, el contador de histórias tenía muchas, muchas historias que contarle al rey. Un día, la reina se cansó de tantas historias y se quejó con el rey: “Este señor cuenta tantas historias, que no hay tiempo para escucharlas ni para disfrutarlas“. Al final del cuento, el contador de historias es reemplazado por un mudo que, con mimos, vitoreaba al rey, a la reina y a todos los presentes en la corte. ¿Moraleja de la historia? Si hablas demasiado, te cambiarán por un mudo.

La intensidad es algo que puede ser bueno, pero no siempre lo es. La intensidad, según el diccionario, se refiere a la fuerza y ​​la vehemencia. Por naturaleza, aquellos que son intensos quieren hacer lo correcto, complacer, ayudar. Pero lo que sucede a menudo es todo lo contrario. La intensidad puede hacer que sea difícil convivir.

La Biblia es el manual de la vida y no podía dejar de enseñarnos sobre este tema tan importante. Por eso, el texto de Proverbios 25: 7 no deja lugar a dudas y va directo al grano: “No frecuentes la casa de tu amigo; no sea que lo fastidies y llegue a aborrecerte.” ¡Simples así!

¡Tenga cuidado de no ser demasiado intenso! ¡Incluso cuando tus intenciones son las mejores!

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Oración: Señor, no quiero ser tan intenso como para convertirme en una persona desagradable. Dame sabiduría para saber cuál es la medida justa, incluso para una amistad. ¡Amén!

Versículo base: “No frecuentes la casa de tu amigo; no sea que lo fastidies y llegue a aborrecerte.”. Proverbios 25:17.

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