¿Sus crímenes quedaron impunes?

Jack, el destripador, fue un asesino en serie, posiblemente inglés, al que se le atribuyen al menos 5 asesinatos cometidos en 1888. Él nunca fue identificado por la policía. Otro caso, de un asesino en serie que jamás fue identificado, ocurrió entre el final de los años 60 y principios de los 70. Llamado, el Asesino del Zodíaco, él mismo enviaba cartas a la policía, confesando sus crímenes. En total, confesó 37 asesinatos, pero sólo 10 fueron confirmados por la policía. Tampoco fue identificado y su última carta fue enviada a la policía en 1974.

Jack, el destripador y el Asesino del Zodíaco lograron, a lo largo de sus vidas, evadir a las autoridades y sus crímenes quedaron impunes. Ni siquiera después de sus muertes, sus identidades pudieron ser reveladas. Y hoy, forman parte de una lista de misterios de la humanidad.

Qué gran ilusión es pensar que es gran hazaña, evadir la justicia de este mundo. Cualquier ser humano puede escapar del juicio de este mundo, pero ninguno de nosotros estará libre del juicio de Dios. El texto de 2 Corintios, capítulo 5, versículo 10 nos dice que “todos tendremos que estar delante de Cristo para ser juzgados. Cada uno de nosotros recibirá lo que merezca por lo bueno o lo malo que haya hecho mientras estaba en este cuerpo terrenal”.

Es posible que Jack, el destripador y el Asesino del Zodíaco hayan logrado permanecer ocultos a los ojos de la humanidad. Pero nunca estuvieron ocultos a los ojos de Dios. Y de la misma manera, el marido adúltero, el empleado deshonesto, el pedófilo y cualquier otra persona que tenga una “doble” vida, podrá esconderse de los hombres durante toda su vida, pero nunca se esconderá de Dios. Llegará el día en que se presentará ante Dios y recibirá el más justo de todos los juicios.

Que tú y yo recordemos siempre, que no hay ningún mérito en mantener oculto un pecado. Además, es totalmente inútil. Mejor es confesar nuestro pecado ante Dios, recibir su perdón y ser alcanzados por la gracia y la misericordia, dadas por Jesús, a toda la humanidad.

El arrepentimiento y la confesión siempre serán mejores caminos que esconderse. Un crimen puede quedar impune en esta tierra, pero cada pecado será presentado ante Dios, y sólo Cristo puede librarnos del juicio que merecemos.

Oración: Señor, quiero confesar mi pecado ante ti. Pido perdón por lo que he hecho en secreto. Te pido que me ayudes a ser una nueva persona. Amén.

Versículo base: Pues todos tendremos que estar delante de Cristo para ser juzgados. Cada uno de nosotros recibirá lo que merezca por lo bueno o lo malo que haya hecho mientras estaba en este cuerpo terrenal. (NTV) 2 Corintios 5:10