“Solo quiero justicia”

Una mesa con huevos, pasta y harina. Romanos 12:20

Durante la pandemia, vi en Internet una publicación que de manera indirecta, deseaba la muerte de prisioneros por contaminación de Covid-19. Como la publicación vino de un cristiano, pregunté si tal vez no deberíamos desear su salvación y no su muerte, considerando que Jesús vino por ellos: “No he venido a llamar a justos sino a pecadores”, Mateo 9: 13

La respuesta que recibí fue: “Solo quiero justicia …

Entonces, me quede pensando en esa respuesta. Y llegué a la conclusión de que yo no quiero justicia. Quiero gracia y misericordia. Porque, por la justicia, merezco la muerte y el infierno. Pero por la gracia y la misericordia de Dios, tengo acceso a la salvación y la vida eterna.

Me pregunto lo cuán mejores creemos ser en comparación con un condenado en prisión. Nos consideramos más “santos”, más “justos”. Sin embargo, cuando leo la Biblia, veo que Dios nos ama a todos por igual. Dios ama al preso, asesino y violador tanto como te ama a ti o ami. Creer que soy mejor que un convicto no es más que orgullo y arrogancia. Y necesito la gracia y la misericordia de Dios, tanto cuanto aquel que está en prisión, no importa cual ha sido su delito. “Pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios”, Romanos 3:23.

No debemos y no podemos desear la muerte de nadie. Ni siquiera de un asesino o violador. “No tomen venganza, hermanos míos, sino dejen el castigo en las manos de Dios, porque está escrito: “Mía es la venganza; yo pagaré”, dice el Señor”, dice el Señor,” Romanos 12:19

“Bendigan a quienes los persigan; bendigan y no maldigan. No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien.” Romanos 12: 14 e 21

Oración: Señor, no quiero desear la muerte de nadie, porque la justicia exigia mi muerte, sin embargo, por tu gracia soy salvo. Amén!

Versículo base: Bendigan a quienes los persigan; bendigan y no maldigan. Alégrense con los que están alegres; lloren con los que lloran. Vivan en armonía los unos con los otros. No sean arrogantes, sino háganse solidarios con los humildes.* No se crean los únicos que saben. No paguen a nadie mal por mal. Procuren hacer lo bueno delante de todos. Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos. No tomen venganza, hermanos míos, sino dejen el castigo en las manos de Dios, porque está escrito: “Mía es la venganza; yo pagaré”, dice el Señor. Antes bien, “Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Actuando así, harás que se avergüence de su conducta.” No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien. (NVI) Romanos 12: 14-21

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