¿Quién puede discernir sus propios errores?

Judit Polgár es una húngara, campeona de ajedrez, que en la década del 2000 sorprendió al mundo en un universo dominado hasta entonces por hombres. Cuando comenzó a llamar la atención de todos con victorias contra grandes jugadores, el entonces campeón mundial de ajedrez, Gary Kasparov, hizo algunas declaraciones desdeñosas sobre ella, diciendo que ella no pasaba de “una marioneta de circo” y que “el lugar de las mujeres es en el hogar, cuidando a los niños”.

Hasta que en septiembre de 2002, Polgár y Gasparov se enfrentaron en un torneo rápido, con partidas de 25 minutos. Judit Polgár le ganó a Kasparov, quien luego se retractó de sus declaraciones. Él dijo: “Me equivoqué sobre las mujeres jugando al ajedrez, di una opinión hace mucho tiempo, en la que ya no creo”.

Es noble reconocer un error. Se necesita ser alguien de gran valor para, después de cometer un error, reconocer su error y cambiar de opinión sobre un tema determinado. Mientras el orgulloso busca justificaciones o se esconde, el humilde afronta y asume su error.

Por eso, el salmista pedía al Señor, claridad sobre sus errores y que Dios lo librara de la arrogancia: ¿Quién puede discernir sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de la arrogancia, que no me domine.

Trate de recordar la última vez que reconoció un error. Si no puedes recordar ninguna situación más reciente, reflexiona sobre si realmente eres alguien que no comete errores o si simplemente, eres demasiado orgulloso para reconocerlos.

Oración: Señor, no quiero cometer errores. Pero si eso sucede, quiero ser lo suficientemente humilde para reconocer mi error y retractarme de todo lo que he dicho o hecho. Amén.

Versículo base: ¿Quién puede discernir sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de la arrogancia, que no me domine. Entonces seré íntegro y estaré libre de un gran pecado. (RV2020) Salmos 19:12-13