Purifícame con hisopo, y quedaré limpio; lávame, y quedaré más blanco que la nieve

Purifica-me con hisopo y quedare limpio

Hoy es el día del profesional de la limpieza. Y además de homenajear a todos aquellos profesionales que día a día se dedican a mantener libres de suciedad nuestros hogares, negocios o calles, también quiero traer una reflexión importante a mi vida y a la tuya.

Imagina un mundo sin profesionales de la limpieza. Intenta, por unos segundos, imaginar cómo serían las mesas en el patio de comidas de un centro comercial, si solo por unos días, ninguna de ellas se limpiara. Difícil pensar en sentarse a comer en una mesa así, ¿no? Y creo que de la misma manera queda nuestro corazón y mente, cuando no hacemos una limpieza diaria.

Todos los días, mi corazón y mis pensamientos son contaminados por este mundo caótico en el que vivo y por el pecado que habita en mí. Y así como mi casa necesita limpieza frecuentemente, es aún más importante limpiar mi corazón y mi mente. Por eso, debo ir a los pies de mi creador cada día y pedir, como el salmista: “Purifícame con hisopo, y quedaré limpio; lávame, y quedaré más blanco que la nieve”.

Reflexiona sobre esto hoy y no olvides un detalle especial con tu profesional de limpieza.

Oración: Señor, limpia mi vida, mi corazón y mis pensamientos. Quiero estar limpio ante ti. ¡Amén!

Versículo base: Purifícame con hisopo, y quedaré limpio; lávame, y quedaré más blanco que la nieve (NVI) Salmos 51:7

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