¿Por qué no tengo descanso?

¿Por qué no tengo descanso? ¿Por qué vivo con un miedo permanente? ¿Por qué me invaden la inquietud y la inseguridad? Encontramos la respuesta en el capítulo 3 de Hebreos.

En esta preciosa porción de la palabra, encontramos a Pablo trayendo verdades increíbles sobre Dios y lo que espera de nosotros.

Pablo comienza este capítulo llamando la atención sobre la importancia de observar a Jesús, más que a Moisés. Jesús todavía era algo “nuevo” para muchos de los judíos, que crecieron escuchando historias sobre Moisés y cómo guió al pueblo a través del desierto durante 40 años. Muchos judíos aún no habían comprendido que Cristo era suficiente.

Y luego, exhorta a todos, con palabras que recibe del Espíritu Santo. Él dice: “Cuando oigan hoy su voz, no endurezcan el corazón”. Y menciona al mismo pueblo, guiado por Moisés en el desierto y cómo no pudieron entrar a la tierra prometida, en el descanso del Señor, porque sus corazones se endurecieron, aun viendo todo lo que Dios había hecho por ellos.

Tú y yo no somos diferentes. Dios ha hecho mucho por nosotros, pero cuando nos habla, endurecemos nuestro corazón. Dudamos, sentimos miedo, pavor e inseguridad. Y nos falta fe. Por nuestra incredulidad, por nuestra falta de fe, no entramos en el reposo del Señor: “ellos no pudieron entrar en el descanso de Dios a causa de su incredulidad”.

Mi vida es agotadora, estresante e inestable porque no miro a Cristo. Mi vida está llena de miedos y preocupaciones por mi falta de fe. Mi miedo, mi inseguridad y estrés, no es más que incredulidad. Miro mi entorno, mis circunstancias y siento miedo. Si tuviera fe, podría dormir en la barca, incluso en medio de una tormenta (Marcos 4:38).

A partir de hoy, deja de mirar tus circunstancias. Mira a Cristo. Tenga fe para poder entrar en el descanso del Señor.

Oración: Señor, decido mirar a Cristo. Quiero tener la fe, la certeza completa, de que tú tienes el control de todo. Quiero descansar en ti. Amén.

Versículo base: “Por eso el Espíritu Santo dice: «Cuando oigan hoy su voz, no endurezcan el corazón como lo hicieron los israelitas cuando se rebelaron, aquel día que me pusieron a prueba en el desierto. Allí sus antepasados me tentaron y pusieron a prueba mi paciencia a pesar de haber visto mis milagros durante cuarenta años. Como vemos, ellos no pudieron entrar en el descanso de Dios a causa de su incredulidad.” (NVT) Hebreos 3: 7 a 9 e 19.

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