Personas “desechables”

El jefe despide su empleado con una tarjeta roja
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A principios de la década de 90, el mundo se enfrentaba al temido SIDA. Y como ahora, en plena pandemia del Covid, no faltó la desinformación y las “fake news”, incluso sin las tan populares redes sociales que tenemos hoy. Uno de los mitos que había que romper en ese momento era que el virus del SIDA podía transmitirse a través de la saliva. Entonces, en 1991, un médico italiano llamado Fernando Aiuti decidió dar la prueba definitiva de que no era posible transmitir el vírus por la saliva. Luego, frente a muchas cámaras, en vivo, el doctor besó a Rosario Lardino, una paciente contaminada. El acto tuvo gran repercusión y fue decisivo para minimizar los prejuicios contra los enfermos de SIDA, que eran constantemente expulsados ​​de los lugares públicos y muchos de sus propios hogares.

Desde la antigüedad, cuando los leprosos eran expulsados ​​del pueblo, la sociedad ha rechazado a las personas que considera “desechables”. Las iglesias prohíben que los mendigos asistan a los servicios, las escuelas expulsan a los “niños problemáticos”, los ex convictos son rechazados en los trabajos y los encarcelados son condenados a muerte. Jesús, sin embargo, nos enseñó que nadie es desechable. Abrazaba a los leprosos, predicaba a las prostitutas y se hospedó en la casa del recaudador de impuestos. Si algo irritaba a los fariseos, era que Jesús escogía a personas “desechables” en lugar de sentarse con ellos en las sinagogas. Y también por esto lo crucificaron.

Necesitas revisar tu corazón hoy: ¿A quién has considerado “desechable”? ¿Quién necesita tu abrazo, un beso, un poco de atención? ¿A quién has renunciado y abandonado?

Oración: Señor, quiero vivir sabiendo que nadie es desechable. Muéstrame si he considerado a alguien desechable y ayúdame a amar a esa persona y ver su necesidad. ¡Amén!

Versículo base: El Señor mismo marchará al frente de ti y estará contigo; nunca te dejará ni te abandonará. No temas ni te desanimes. (NVI) Deuteronomio 31:8

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