Oficina del crimen

El sol se pone detrás de una montaña. Deuteronomio 32:39

Hace unas semanas, los líderes de una pandilla en Brasil, conocida como la “Oficina del Crimen“, fueron arrestados. La organización asesinaba personas bajo “contrato”. Algunas muertes podrían valer hasta U$ 300 mil dólares. En Colombia, las estadísticas señalan que en 2019, 6.500 personas murieron en las manos de “sicarios” contratados, lo que arroja un impresionante promedio de 17 personas asesinadas por día.

Increíble pensar que un ser humano puede imaginar que tiene el derecho de decidir sobre la vida o la muerte de alguien. Es increíble ver cuán banal es la vida y cómo se les “establece un precio” y se vende como mercancía en un mercado clandestino de la muerte. No puedo imaginar que una persona pueda tener una casa con piscina, automóvil, viaje, organizar fiestas y saber que estas cosas fueron adquiridas con la sangre y la muerte de otro ser humano. Es inconcebible.

Recuerdo entonces la palabra de Dios que me dice quién es el dueño de la vida y la muerte: “Del Señor vienen la muerte y la vida; él nos hace bajar al sepulcro, pero también nos levanta.”, 1 Samuel 2: 6. También en Deuteronomio 32: 39, nuestro creador dice: “Yo doy la muerte y devuelvo la vida, causo heridas y doy sanidad.”. Por lo tanto, aquellos que deciden sobre la vida de otro ser humano, están tomando, por la fuerza, un derecho que pertenece exclusivamente a Dios. Y eso tiene un precio muy alto: la vida eterna. “Ustedes saben que en ningún asesino permanece la vida eterna.”, 1 Juan 3:15.

Todo el dinero ganado por la muerte de alguien se quedará aquí. La casa de la piscina, los carros, los viajes y las fiestas pasarán. Y entonces vendrá la justicia de Dios. “Pero los cobardes, los incrédulos, los abominables, los ASESINOS, los que cometen inmoralidades sexuales, los que practican artes mágicas, los idólatras y todos los mentirosos recibirán como herencia el lago de fuego y azufre. Ésta es la segunda muerte.”, Apocalipsis 21: 8

Oración: ¡Señor, la vida y la muerte te pertenecen solo a ti! ¡Amén!

Versículo base: ¡Vean ahora que yo soy único! No hay otro Dios fuera de mí. Yo doy la muerte y devuelvo la vida, causo heridas y doy sanidad. Nadie puede librarse de mi poder. Levanto la mano al cielo y declaro: Tan seguro como que vivo para siempre, cuando afile mi espada reluciente y en el día del juicio la tome en mis manos, me vengaré de mis adversarios; ¡les daré su merecido a los que me odian! (NVI) Deuteronômio 32:39-41

Loading

Compartilhe:

Adicionar um Comentário

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *