Nada que me puedan robar

Imagen de un avion tomando altitud
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Estaba leyendo un cuento, que entiendo es del periodista Pedro Schmaus.

Se dice que un joven abogado fue llamado para hacer el inventario de un anciano, que acababa de fallecer. Al llegar a su casa, pudo ver que no había mucho que inventariar: la casa alquilada, un auto viejo en el garaje, muebles baratos y ropa de poco valor. Fue entonces cuando pensó en lo triste que era terminar su vida así, sin nada. El joven ya se iba cuando vio un retrato de ese anciano en una mesita de noche. Abrió el cajón de la mesita de noche y encontró un álbum de fotos. Luego se sentó a mirar las fotos y comprobó que el anciano había estado en casi todos los países del mundo: en un tango en Argentina, frente al Muro de Berlín, en un tuk tuk en Vietnam, en un camello con las pirámides al fondo, bebiendo vino frente al Coliseo, y muchos otros lugares. Al final del álbum, un mapa donde casi todos los países del planeta estaban marcados con un asterisco rojo. Y en el mismo mapa, un poema que decía:

No he construido nada que me puedan robar.
No hay nada que pueda perder.
Nada que pueda tocar.
Nada que se pueda vender.
Decidí viajar, yo que elegí saber, no tengo nada que dejar
Porque aprendí a vivir.


Ningún desperdicio es tan grande como toda una vida acumulando bienes materiales. De esta vida nada llevamos. “Porque nada trajimos a este mundo, y nada podemos llevarnos, dice 1 Timoteo 6:7. Y siguiendo este versículo, todavía trae consigo el gran riesgo al que están sujetos los que buscan riquezas: “Los que quieren enriquecerse caen en la tentación y se vuelven esclavos de sus muchos deseos” (versículo 9).

Así que mejor apegarse al consejo de Salomón en Eclesiastés 2:24: “Nada hay mejor para el hombre que comer y beber (y viajar), y llegar a disfrutar de sus afanes. He visto que también esto proviene de Dios” Bueno, el viajar en el verso anterior fue adición mía.

Oración: Señor, quiero aprender a disfrutar la vida y lo que gano con mi trabajo. No quiero tener un corazón que ame las riquezas. ¡Amén!

Versículo base: Nada hay mejor para el hombre que comer y beber, y llegar a disfrutar de sus afanes. He visto que también esto proviene de Dios, porque ¿quién puede comer y alegrarse, si no es por Dios? En realidad, Dios da sabiduría, conocimientos y alegría a quien es de su agrado; en cambio, al pecador le impone la tarea de acumular más y más, para luego dárselo todo a quien es de su agrado. Y también esto es absurdo; ¡es correr tras el viento! (NVI) Eclesiastes 2:24-26

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