Mi espina en la carne

Mi espina en la carne

En 2 Corintios 12, versículos 7 al 9 encontramos un relato sorprendente de Pablo, refiriéndose a un aguijón o una espina en su carne, el cual le pidió a Dios 3 veces que se lo quitara, pedido negado por su padre. La Biblia no revela cuál sería este aguijón, siendo esta pregunta un gran misterio hasta el día de hoy. ¿Pudo haber sido una enfermedad? ¿Un enemigo personal? ¿Una persecución que sufrió permanentemente? En esta vida, nunca lo sabremos.

La gran verdad, sin embargo, es que el aguijón en la carne de Pablo jugó un papel importante en su vida: lo mantuvo humilde. Grandes cosas le habían sido reveladas a Pablo, suficientes para que él se considerara superior, por haber sido elegido por Dios para conocerlas. Pronto comprendió: “Para evitar que me volviera presumido por estas sublimes revelaciones, una espina me fue clavada en el cuerpo”.

Asimismo, tengo una espina en la carne. Tengo algo en mi vida que me desafía todos los días, que exige lo mejor de mí, pero que muchas veces termina por sacar lo peor de mi ser. Mi aguijón en la carne a veces me hace pensar en renunciar a todo, castiga mi alma, mi autoestima y mi amor propio. Entonces, voy a los pies de mi Señor para clamar por su misericordia y escucho de él esta respuesta: “mi poder se perfecciona en la debilidad“.

Si tienes un “aguijón en la carne”, no dejes que te haga renunciar al propósito para el que fuiste llamado. Confía, que el poder de nuestro Señor se perfecciona en tu debilidad. Confía en que la gracia de Dios es suficiente. Y sigue avanzando.

Oración: Señor, te entrego una vez más mi aguijón en la carne. Decido confiar en ti Señor, que todas las cosas obran para mi bien, incluso esta espina que me hiere, que me hace sentir insuficiente. Tómala en tus manos. ¡Amén!

Versículo base: Para evitar que me volviera presumido por estas sublimes revelaciones, una espina me fue clavada en el cuerpo, es decir, un mensajero de Satanás, para que me atormentara. Tres veces le rogué al Señor que me la quitara; pero él me dijo: ‘Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad.’ Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo. (NVI) 2 Corintios 12:7-9

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