Los que quieren enriquecerse caen en la tentación

Un hombre esposado.

Un anciano de 83 años que vivía en Río de Janeiro murió el 3 de septiembre de 2019. Cuando murió, tenía una inversión en un fondo privado de pensiones por el monto de $ 1,6 millones de dólares. ¿Y qué pasó? Dos gerentes de su banco decidieron quedarse con el dinero. Un día después de su muerte, lograron retirar el dinero del fondo de pensiones, transferirlo a la cuenta corriente del anciano y luego dividir el dinero entre los dos, con dos cheques administrativos, por el monto de $ 800 mil dólares cada uno, cheques cobrados por sus respectivos cónyuges. Para la viuda del anciano, solo dejaron en su cuenta $ 12 dólares. Con el dinero robado compraron casas, coches y renunciaron a sus puestos en el banco.

Los que quieren enriquecerse caen en la tentación y se vuelven esclavos de sus muchos deseos. Estos afanes insensatos y dañinos hunden a la gente en la ruina y en la destrucción. Estas no son mis palabras, eso es lo que dice la palabra de Dios en la carta de Pablo a Timoteo. Cuando amamos el dinero, estamos sujetos a las tentaciones, que no son más que trampas para satisfacer nuestros deseos incontrolados. Y la tentación nos lleva a la ruina y la destrucción, o al encarcelamiento, como fue el caso de estos dos administradores de bancos y sus cónyuges, que cayeron en la trampa del pecado.

Para no caer en la trampa de la tentación, primero debemos cuidar nuestro corazón. “El amor al dinero es la raíz de toda clase de males”. Luego, nuestra caída comienza cuando empezamos a amar el dinero. Si aprendemos a cuidar nuestro corazón y a amar las cosas del reino de Dios más que las de este mundo, no caeremos en estas trampas. “Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida.”, Provérbios 4:23.

Oración: Señor, no quiero amar el dinero. Mantén mi corazón libre de toda tentación. ¡Amén!

Versículo base: Los que quieren enriquecerse caen en la tentación y se vuelven esclavos de sus muchos deseos. Estos afanes insensatos y dañinos hunden a la gente en la ruina y en la destrucción. Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores. (NVI) 1 Timóteo 6:9-10

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