Los ojos de un niño
Ah, la mirada de un niño. ¿Hay algo más puro y bello en este mundo? La maravilla de ser niño es que ellos no ven cómo lo hacemos los adultos. Un niño tiene su visión del mundo y de las cosas, totalmente libre de contaminación y prejuicio. La ausencia de experiencias pasadas contaminadas le permite al niño ver lo que ya no alcanzamos ver con nuestra mirada llena de contaminación. Y es muy fácil encontrar ejemplos.
Nosotros podemos ver a una persona que vive en la calle como un mendigo o un vagabundo sucio, pero un niño, solo puede ver a un abuelo triste. Mientras vemos una casa desordenada, el niño ve una cabaña de montaña en medio de nuestra habitación. Y si vemos a un perro callejero como un animal sucio, el niño ve allí la manifestación más pura de la creación y el amor de Dios.
Y es por eso que Jesús dijo que “Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos”, Mateo 18: 3. Qué difícil es para cada uno de nosotros dejar de lado nuestros prejuicios, juicios, malas experiencias pasadas al ver el mundo y lo que hay en él. Siempre estamos dispuestos a criticar, quejarnos y decir que no va a funcionar, que aquella persona no tiene buenas intenciones o que el año o el mes no fueron “buenos”.
Hoy es un excelente día para volver a ser niño, al menos, en la forma de ver el mundo. Pídele a Dios y Él te dará los ojos de un niño.
Oración: Señor, quiero deshacerme de mi mirada contaminada para volver a tener ojos de niño. ¡Amén!
Versículo base: En ese momento los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: –¿Quién es el más importante en el reino de los cielos? Él llamó a un niño y lo puso en medio de ellos. –Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos. Por tanto, el que se humilla como este niño será el más grande en el reino de los cielos. (NVI) Mateo 18:1-4