Los ímpios y violentos del Salmo 140

Un hombre sentado en cuarto oscuro, manos la cabeza, como si tuviera miedo

Fritz Harber fue un químico alemán que recibió el Premio Nobel de Química en 1918 por su descubrimiento de la síntesis de amoniaco, que es importante para su uso en fertilizantes. Por otro lado, entre sus inventos, creó gases tóxicos para ser utilizados en la Primera Guerra Mundial. Entre ellos, el cloro gaseoso, que se utilizó en un ataque a la ciudad de Ypres, en Bélgica, que mató a 5.000 hombres, entre ingleses, franceses y alemanes. Dado el éxito del ataque, Fritz Harber fue condecorado y ascendido a capitán por el ejército alemán. Su esposa, Clara Immerwahr, quien había sido la primera mujer en obtener un doctorado de la Universidad de Breslau, se opuso al uso de gases letales y cuando no pudo convencer a su esposo de que renunciara al proyecto, terminó suicidándose el mismo día de la condecoración de su esposo, con una pistola. Y como si eso no fuera suficiente para la vida de nuestro personaje central en esta reflexión, Fritz Harber era judío. Luego, cuando Hitler tomó el poder en Alemania, tuvo que huir. Y como ironía del destino, la fórmula de su gas, creada para matar enemigos, acabaría siendo la base para la creación de Zyklon B, utilizado para el exterminio de judíos en las cámaras de gas de la Segunda Guerra Mundial.

Fritz Harber era el hombre impío del Salmo 140. El que en su corazón estaba tramando planes malvados, que provoca guerras, con veneno de víbora saliendo de sus labios. Y las tragedias acompañaron su vida. Perdió a su esposa, su libertad y vio que su invento se usaba para matar a su propia gente. Se había levantado contra él otro de los impíos del Salmo 140, aún más malvado y perverso, llamado Adolf Hitler. Y Fritz Harber pasó de ser perseguidor a ser perseguido.

El final del Salmo 140 se cumplió en la vida de Fritz Harber: “Que no eche raíces en la tierra la gente de lengua viperina; que la calamidad persiga y destruya a la gente que practica la violencia”, Salmo 140: 11. También se cumplió en la vida de Adolf Hitler. Los impíos no prosperarán, eso creo.

Oración: Señor, líbrame de las manos de los hombres malvados descritos en el Salmo 140. Ellos están en todas partes. Además, no dejes que yo sea uno de ellos. ¡Amén!

Versículo base: Oh Señor, líbrame de los impíos; protégeme de los violentos, de los que urden en su corazón planes malvados y todos los días fomentan la guerra. Afilan su lengua cual lengua de serpiente; ¡veneno de víbora hay en sus labios! Señor, protégeme del poder de los impíos; protégeme de los violentos, de los que piensan hacerme caer. Esos engreídos me han tendido una trampa; han puesto los lazos de su red, han tendido trampas a mi paso. (NVI) Salmos 140:1-5

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