Las personas importantes no me impusieron nada nuevo
En la antigua Grecia, los atenienses solo tenían dos tipos de impuestos o tasas: uno en caso de extrema necesidad provocado por guerras o tragedias y se aplicaba solo a 6 mil ciudadanos que habían declarado cierto nivel de riqueza y propiedad. El segundo era anual y lo pagaban solo los 300 ciudadanos más ricos del país, llamado liturgia (λειτουργία). Los elegidos para tributar a menudo lo hacían con satisfacción, ya que esto les daba un gran estatus social y les permitía aspirar a puestos políticos importantes.
Sin embargo, el desembolso no era pequeño. Por eso a veces resultaba considerable pensar en una salida. Lo más fácil era no declararse rico, pero eso afectaría el estatus social. Sin embargo, otra salida era la antidosis. Si recurría a la antidosis, el ciudadano declaraba toda su fortuna, pero indicaba a otro ciudadano al que consideraba más rico que él, para tributar en su lugar. Y para demostrar que no se trataba de una falsa “acusación”, el declarante estaría dispuesto a cambiar toda su fortuna por la fortuna del supuesto más rico. Así, la cuestión era simple: si el nominado rico no aceptaba el intercambio de fortunas, se suponía que era realmente más rico y este pagaba el impuesto. O bien, aceptaba el cambio y el declarante era el que tributaba, ahora en posesión de la nueva fortuna (ya fuera mayor o no).
Además de ser interesante conocer la historia, me doy cuenta una vez más del valor que el estatus social tiene en la vida y la mente de las personas. Todos queremos ser reconocidos en la sociedad por nuestros logros y conquistas. Sin embargo, este estatus ante la sociedad no tiene ningún valor ante Dios. Es curioso pensar que ante Dios, Shakira o Cristiano Ronaldo tendrán el mismo trato que tú, yo o alguien en situación de calle. Dios no se “impresionará” con Cristiano Ronaldo y sus hazañas terrenales, su fortuna o su fama. Su fama e influencia no harán ninguna diferencia cuando se presente ante Dios.
Eso es lo que Pablo trató de decir en Gálatas 2: 6. “Los que eran reconocidos como personas importantes no me impusieron nada nuevo“. Esas personas no le agregaron nada a Pablo y aun menos a Dios.
Oración: Señor, la influencia de las personas en este mundo no agrega nada a mi vida. ¡Y mucho menos para ti! Agradezco que para ti no haya diferencia entre las personas. ¡Amén!
Versículo base: En cuanto a los que eran reconocidos como personas importantes –aunque no me interesa lo que fueran, porque Dios no juzga por las apariencias–, no me impusieron nada nuevo. (NVI) Gálatas 2:6