La vaca y el precipicio
Esta es una historia bien conocida. Un maestro y su discípulo visitaron a una familia muy humilde que vivía en el campo. La familia era compuesta por una pareja y sus tres hijos. Ellos eran realmente muy pobres, estaban mal vestidos y una mirada de tristeza se apoderaba de sus rostros. El maestro preguntó entonces cómo podrían sobrevivir si no había comercio ni industria en la región. Luego respondieron:
– “Tenemos una vaca que nos da leche todos los días. Una parte de la leche la vendemos y con el dinero compramos pan y arroz, y otra parte la consumimos”.
El maestro entonces se despidió de la familia junto con su discípulo y reanudaron su viaje. Mientras caminaban, el maestro le dijo a su discípulo:
– “Cuando oscurezca, quiero que vuelvas allí, toma la vaca y llévala al precipicio. Luego empújela, para que caiga al acantilado“.
El joven estaba muy triste y asustado por la orden de su amo, pero hizo lo que le había mandado. Y el maestro y su discípulo se fueron.
Pasó un año y ese discípulo nunca olvidó lo que había hecho. Culpando a su amo, decidió abandonarlo y regresar con esa familia para pedir perdón y tratar de reparar el daño que les había causado. Cuando llegó a ese mismo lugar, el discípulo no podía creer lo que estaba viendo: la familia aún estaba allí, pero ahora estaban bien vestidos, su casa era hermosa, había plantaciones de toda clase de árboles, frutas y cereales. Estaban mejor que nunca. Fue entonces cuando preguntó:
– “¿Cómo hicieron para tener todo esto?”
El padre respondió:
– “Teníamos una vaca que nos daba leche y vivíamos de ella. Una noche se escapó y se cayó por un precipicio. Sin la vaca, nos vimos obligados a hacer otras cosas para vivir y descubrimos que podíamos hacer mucho más que solíamos hacer”
Conozco esta experiencia de ver a la “vaca caer por el precipicio”. Y aprendí a no conformarme, a ser recursivo y, sobre todo, a saber que Dios es mi proveedor, es mi Jeovah Jiréh. Entonces, si tu “vaquita” se cayó por el precipicio, no te desesperes. Busca a Dios y pídele que te muestre qué hacer.
Oración: Señor, quiero aprender a ser recursivo. No quiero acomodarme. Muéstrame qué debo hacer. ¡Amén!
Versículo base: “En realidad, lo que pretendían era asustarnos. Pensaban desanimarnos, para que no termináramos la obra. ‘Y ahora, Señor, ¡fortalece mis manos!‘.” Nehemias 6:9