La parábola de la oveja perdida
Sin duda una de las parábolas más conocidas de Jesús en la Biblia: la oveja perdida. Se dice que un buen pastor tenía 100 ovejas y una de ellas se perdió. El pastor deja las 99 aseguradas y va en busca de la oveja perdida. Él no desiste de su búsqueda hasta que la encuentra. Al poco tiempo, la encuentra y la pone sobre los hombros y se la lleva a casa, y cuando llega, reúne a sus amigos y vecinos para celebrar el regreso de la oveja.
Hoy quiero traer aquí algunas consideraciones sobre esta parábola, que debemos llevar a nuestra vida cristiana, desde 4 aspectos diferentes:
1ª – Se perdió una oveja – el relato de Jesus no da importancia sobre cómo o por qué se perdió y enfatiza lo único que importa: hay una oveja perdida que necesita ser rescatada. No pocas veces, nos convertimos en jueces de los perdidos y nos conformamos con pensar que “se perdió porque quiso“, o “fue su elección”, cuando en realidad, no importa lo que haya hecho, lo único que realmente importa es que se perdió una oveja y tenemos que ir a buscarla.
2ª – Hay que tomar una decisión – el pastor tenía otras 99 ovejas que cuidar. Buscar la oveja descarriada no era algo que se pudiera hacer más tarde, “cuando hay tiempo”. Hubo que tomar la decisión de ir a buscarla, dejando las 99 aseguradas en el corral y salir a buscar el que se había perdido. La decisión debe tomarse de inmediato o, de lo contrario, ya podrá ser demasiado tarde.
3ª – Hay que salir en busca – el pastor va en busca de la oveja perdida. Va a las ovejas, y no son las ovejas las que vienen a él, arrepentidas. Y eso es exactamente lo que Cristo hizo por nosotros. Vino a nuestro encuentro, dio su vida por nosotros, sin que nosotros fuéramos a él primero. Entonces, ¿por qué queremos esperar a que regrese la oveja perdida? ¿No deberíamos ir a buscarla nosotros mismos?
4ª – El gozo de la redención – hay un gran gozo después de que la oveja es rescatada. Un gozo quizás poco celebrado en el mundo cristiano y muy celebrado en el cielo. No pocas veces, nuestra posición, en lugar de alegría, es de duda y cuestionamiento: “¿realmente te arrepentiste?”, “creo que no es sincero.”
¿Conoces a alguien que se haya perdido? Mi deseo es que, a partir de esta parábola, tú y yo podamos cambiar la forma en que actuamos en relación con los que están perdidos.
Oración: Señor, no quiero ser de los que ignoran a los perdidos, basándome en justificaciones. Quiero actuar a tiempo, salir a buscar a los perdidos y alegrarme en su salvación. Amén.
Texto base: Entonces Jesús les dijo esta parábola: «¿Qué hombre de ustedes, si tiene cien ovejas y una de ellas se pierde, no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la que está perdida hasta que la halla? Al encontrarla, la pone sobre sus hombros, gozoso. Cuando llega a su casa, reúne a los amigos y a los vecinos, diciéndoles: “Alégrense conmigo, porque he hallado mi oveja que se había perdido”. Les digo que de la misma manera, habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento. (NBA2005) Lucas 15:3-7