La balanza de la justicia
La parábola de los trabajadores de la viña, registrada en el capítulo 20 de Mateo, no podría ser una mejor ilustración de la gracia de Dios, que confronta nuestra visión humana de la “justicia”. La parábola cuenta que el dueño de una propiedad, salió temprano en la mañana para contratar trabajadores para su viña. Contrató algunos hombres y prometió pagar un denario por un día de trabajo. Sin embargo, durante el día, se fue en otros momentos en varios horarios diferentes para contratar más personal. Al final del día, comenzó a pagar a los últimos contratados, dándoles a cada uno un denario. Dice la palabra, en los versículos 10 y 11: “Cuando llegaron los que fueron contratados primero, pensaban que recibirían más; pero ellos también recibieron un denario cada uno. Y al recibirlo, murmuraban contra el hacendado”.
Desde la antigüedad, la justicia ha sido representada por una mujer con los ojos vendados y sosteniendo una balanza, que representa el equilibrio, la equivalencia entre culpa y castigo. Nosotros, sin embargo, usamos la balanza de la justicia para compararnos unos con otros. Usando nuestra propia medida de “mérito”, comparamos nuestra vida con la de nuestro prójimo y cuestionamos a Dios las bendiciones recibidas. No consideramos “justo” perdonar a un asesino porque, según nuestra propia balanza, su pecado es más grande que el nuestro. Y esta parábola nos enseña que la gracia de nuestro Señor es para todos, en todo tiempo y condición. El sacrificio de Cristo en la cruz trajo la salvación al asesino y violador, tal como lo hizo conmigo, que soy mentiroso y orgulloso. Todo lo que necesitamos (el violador y yo) es la decisión de ir al “viñedo”, aunque tarde o temprano.
Oración: Señor, estoy agradecido por las parábolas que nos enseñan tanto. A través de ellos, puedo comprender mejor tu gracia y misericordia. Amén.
Versículo base: Cuando llegaron los que habían sido contratados como a la hora undécima, cada uno recibió un denario. Cuando llegaron los que fueron contratados primero, pensaban que recibirían más; pero ellos también recibieron un denario cada uno. Y al recibirlo, murmuraban contra el hacendado, diciendo: “Estos últimos han trabajado solo una hora, pero usted los ha hecho iguales a nosotros que hemos soportado el peso y el calor abrasador del día”. »Pero respondiendo el hacendado, dijo a uno de ellos: “Amigo, no te hago ninguna injusticia; ¿no conviniste conmigo en un denario? Toma lo que es tuyo, y vete; pero yo quiero darle a este último lo mismo que a ti. ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo que es mío? ¿O es tu ojo malo porque yo soy bueno?”. Así, los últimos serán primeros, y los primeros, últimos. (NBA2005) Mateo 20:9-16