Ironia

Libros sobre una estante. 1 Corintios 3:18

Una obra histórica china publicada en 1084 ofrece un relato interesante del emperador Hui de Jin. La publicación cita una frase que dijo el emperador cuando se le informó que sus súbditos no tenían suficiente arroz para alimentar a sus familias. Él dijo irónicamente: “¿Y por qué no comen carne?” Una frase similar se le atribuye a la princesa francesa María Antonieta que, al ser informada de que la gente no tenía pan para comer, habría dicho “¿Y por qué no comen brioche”?

Hay 3 tipos de ironía. Ironía verbal, situacional y dramática. Con la ironía verbal, decimos algo absurdo (como en el ejemplo anterior). Otro ejemplo de ironía verbal es dar gracias por algo por lo que no estaríamos realmente agradecidos, como decir “Gracias por arruinarme el día“. La ironía situacional es cuando sucede algo contrario a lo esperado, como incendiarse la estación de bomberos o robarse a una estación de policía. Finalmente, la ironía dramática es lo que vemos en películas o libros. Un ejemplo es el clásico Romeo y Julieta, cuando Romeo se suicida creyendo que Julieta estaba muerta, cuando en realidad no lo estaba.

Sin embargo, estoy convencido de que la mayor de todas las ironías está ante nuestros ojos todos los días. Y la gran ironía es esta: la sabiduría de este mundo es locura ante Dios. Mientras toda la humanidad busca la sabiduría de este mundo, avanza con gran velocidad hacia el infierno. Imagínese que muchos (no todos, por supuesto) ricos, pensadores y famosos estarán en el infierno, mientras que otros humildes, pobres y desconocidos se sentarán a la mesa con nuestro Señor. ¿De qué sirve la sabiduría de este mundo? De nada. Y esta es una gran ironía.

Que tú y yo podemos estar atentos a esta gran ironía. Y comprender que es más valioso buscar la sabiduría de la palabra de Dios que la sabiduría de este mundo.

Oración: Señor, quiero buscar tu sabiduría y no la sabiduría de este mundo. Porque la sabiduría de este mundo conduce a la muerte. ¡Amén!

Versículo base: Que nadie se engañe. Si alguno de ustedes se cree sabio según las normas de esta época, hágase ignorante para así llegar a ser sabio. Porque a los ojos de Dios la sabiduría de este mundo es locura. Como está escrito: “Él atrapa a los sabios en su propia astucia”; y también dice: “El Señor sabe que los pensamientos de los sabios son vanos”. (NVI) 1 Coríntios 3:18-20

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