Incluir no es cambiar. Incluir, es sumar.

Vivimos una época muy particular, donde algunos grupos han buscado imponer un nuevo “lenguaje inclusivo“, utilizando expresiones como “todes”, “amiges” y otras barbaries idiomáticas. Este llamado “lenguaje inclusivo“, además de ser una aberración idiomática, es también la estrategia de Satanás para esclavizar a los seres humanos, hasta en la forma en que se expresan.

Sin embargo, se vuelve aún más interesante ver que este movimiento ignora por completo el verdadero lenguaje inclusivo, como es el lenguaje de señas o el Braille. El verdadero lenguaje inclusivo busca comprender e incluir a alguien que tiene una limitación de comunicación. Debemos aprender a comunicarnos con un autista o con alguien que padece esquizofrenia. Es aprender a comunicarse con una persona mayor que padece de Alzheimer e incluso con un extranjero que no puede hablar su idioma.

Incluir no es cambiar. Incluir es sumar. El cambiar letras no incluye a nadie. Incluir es aprender algo que no sé que me permitirá enviar y recibir un mensaje de manera clara. Incluir es tener empatia con los demás. Incluir es practicar 1 Pedro 3: 8: “Por último, todos deben ser de un mismo parecer. Compadézcanse unos de otros. Ámense como hermanos y hermanas. Sean de buen corazón y mantengan una actitud humilde”.

Oración: Señor, ayúdanos a aprender el verdadero significado del lenguaje inclusivo, ayúdanos a sentir empatía con los demás y a saber ser claro en la forma en que me comunico con ellos. ¡Amén!

Versículo base: Por último, todos deben ser de un mismo parecer. Compadézcanse unos de otros. Ámense como hermanos y hermanas. Sean de buen corazón y mantengan una actitud humilde. (NVI) 1 Pedro 3:8

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