Huracán Maria

Un huracán se aproxima. Salmos 130:1

El huracán es un ciclón tropical, es decir, una circulación cerrada de vientos con el poder de devastar y destruir todo lo que le avecina. El 20 de septiembre de 2017, el huracán María azotó a Puerto Rico, República Dominicana, Haití y otras regiones del Caribe. El informe oficial de la Universidad George Washington reveló más tarde que el huracán mató a 3057 personas. Y un tercio de estas víctimas murieron por interrupciones en la atención médica causadas por cortes de energía y carreteras bloqueadas o inundadas.

Cuando llega un huracán, trae caos y desorden. Nada permanece en su lugar. Corta la energía y bloquea los accesos. No hay forma de permanecer indiferente ante un huracán. La única opción que tenemos es buscar refugio y protegernos. Y preferiblemente, un refugio subterráneo. Cuanto más profundo, más seguros estaremos.

Me pregunto qué tan similares a un huracán son las luchas que tenemos en nuestras vidas. Los problemas traen caos y desorden. Los problemas nos quitan la energía y, a menudo, no nos dejan ver ninguna salida. Nos sentimos bloqueados y desesperados. En medio del “huracán”, no podemos ver más que el problema. Lo pensamos día y noche, cuando nos acostamos y cuando nos despertamos.

Sin embargo, así como en un huracán necesito un refugio subterráneo, en mis problemas, luchas y dificultades, debemos buscar refugio en nuestro Dios. Y cuanto más “profunda” sea nuestra relación con Él, más seguros estaremos. Cuando llega el “huracán”, una relación rala y superficial no es suficiente. Es en el “huracán” que nuestra fe será probada. Una relación superficial desarrolla una fe superficial. Y es en la profundidad donde tendremos seguridad.

Mi desafío hoy para ti es que busques una relación profunda con nuestro creador. Una relación basada en la búsqueda diaria de su presencia y su palabra. Entonces, si llega el “huracán”, estarás a salvo.

Oración: Señor, quiero estar seguro y protegido en ti. Quiero tener una relación profunda contigo. ¡Amén!

Versículo base: A ti, Señor, elevo mi clamor desde las profundidades del abismo. Escucha, Señor, mi voz. Estén atentos tus oídos a mi voz suplicante. (NVI) Salmos 130:1-2

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