La felicidad no puede ser una obsesión

Los latinos somos felices por naturaleza. Somos conocidos en todo el mundo como un continente marcado por la alegría, las danzas o las fiestas.
Y aunque todos queremos ser felices, debemos tener cuidado. La felicidad no puede ser una obsesión. Cuando ser feliz se convierte en una obsesión, entramos en un ciclo peligroso. Y trataré de explicarlo.
Para ser felizes, muchos tratan de renunciar a todo lo que pueda quitar la felicidad. Y los deberes y obligaciones no necesariamente nos hacen felices. El matrimonio, la paternidad o el trabajo son cuestiones que nos traen RESPONSABILIDAD, y no siempre, momentos felices. Es por eso que vemos padres que abandonan sus hogares en busca de “felicidad”. Es por eso que vemos personas que renuncian o huyen de ciertos trabajos, en nombre de esta “felicidad”. Nuestros deberes y responsabilidades siempre deben estar por encima de nuestra felicidad.
Jesús nos advirtió que cualquiera que intente salvar su propia vida la perderá. Y cada vez más personas cambian responsabilidad por felicidad. Y este cambio, puede costar incluso nuestra salvación y la eternidad.
Oración: Señor, aunque deseo felicidad, ¡no quiero ponerla por encima de mis deberes y responsabilidades! Amén!
Versículo base: “Dirigiéndose a todos, declaró: –Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se destruye a sí mismo?” (NVI) Lucas 9: 23-25