Es necesario nacer de nuevo
Juliane Koepcke, una adolescente de 17 años, en el año 1971, fue succionada de un avión después de que este fuera alcanzado por un rayo. Juliane cayó de una altura de 2 millas al suelo, aún presa a su asiento y sobrevivió después de pasar 10 días en la selva amazónica, pese las heridas que tenía en el cuerpo y en especial en su brazo.
Después de diez días, encontró un bote amarrado, cerca de un refugio y con el tanque de combustible todavía parcialmente lleno. Juliane vertió la gasolina en sus heridas, acción que logró sacar los gusanos de su brazo. De los 93 pasajeros y tripulantes, Juliane fue la única sobreviviente del accidente del vuelo 508 de LANSA, ocurrido el 24 de diciembre de 1971. Y todos los diarios de la época noticiaban sobre la adolescente que “nació de nuevo”.
Conocemos muchas historias como esta, de personas que han sobrevivido a un accidente o a una enfermedad terminal. Y claramente podemos decir que esta superación es un nuevo nacimiento. Sin embargo, hay un nuevo nacimiento más importante que este, por el que todos debemos pasar. Y no soy yo quien dice esto, sino el mismo Dios vivo, Jesucristo: “De cierto os digo, nadie puede ver el Reino de Dios a menos que nazca de nuevo”.
El nuevo nacimiento al que se refiere Jesús no se trata de sobrevivir a un accidente, como fue el caso de la joven Juliane. Nacemos de nuevo cuando reconocemos que somos pecadores y que necesitamos el perdón, la gracia y la misericordia de Dios. Al reconocer nuestra precaria condición, aceptamos a Cristo como nuestro salvador y desde entonces, nacimos del Espíritu, siendo declarados salvos en Cristo.
Y a partir de este nuevo nacimiento, nuestro carácter se transforma: “que en cuanto a la anterior manera de vivir, ustedes se despojen del viejo hombre, que se corrompe según los deseos engañosos, y que sean renovados en el espíritu de su mente, y se vistan del nuevo hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la justicia y santidad de la verdad”. Efesios 4:22-24
Qué gran experiencia es sobrevivir milagrosamente a un accidente. Pero la mayor experiencia es ser salvo en Cristo y transformar su carácter.
Oración: Señor, quiero nacer de nuevo, pero no sobreviviendo a un accidente, sino reconociendo que soy pecador, siendo salvo y transformado en Cristo Jesús. Amén.
Versículo base: Jesús le contestó: «En verdad te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios». Nicodemo le dijo: «¿Cómo puede un hombre nacer siendo ya viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer?». Jesús respondió: «En verdad te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. (NBA2005) Juan 3:3-6