El que ama a Dios debe amar también su casa
La moda del momento ha sido esta: odiar a la iglesia. Veo a mucha gente, todos los días, afirmando que “es posible amar a Dios sin tener que ir a una iglesia”. Y aunque este es un tema muy complejo, intentaré ser breve y objetivo en algunas consideraciones.
Mi primer punto, es entender que la IGLESIA no es un templo, ni un edificio, ni un letrero. La iglesia son todos los cristianos alrededor del mundo que han aceptado a Cristo como su Señor y Salvador. Y antes de que digas que estoy “reforzando” la teoría del primer párrafo, es importante entender que como cristianos formamos un “cuerpo” y como cuerpo, debemos estar JUNTOS, en algún lugar. Necesitamos unirnos para compartir nuestras experiencias con Dios y crecer juntos. Con esto, podemos decir que no son los cristianos los que se reúnen en una “iglesia”. Es la iglesia que se reúne en algún lugar, edificio, plaza o bajo un árbol.
La segunda cuestión es que congregarse es una ordenanza bíblica: “no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca.” (Hebreos 10:25). Y si es un mandato bíblico, debemos cumplirlo.
Finalmente, si amamos a Dios, debemos amar su casa. “Oh Señor, yo amo la habitación de Tu casa, Y el lugar donde habita Tu gloria”. (Salmo 26:8). Debido a que ama la casa del Señor, el salmista declaró: “Una cosa he pedido al Señor, y esa buscaré: Que habite yo en la casa del Señor todos los días de mi vida, Para contemplar la hermosura del Señor Y para meditar en Su templo.” (Salmo 27:4) El salmista deseaba vivir todos sus días en la casa del Señor. ¿Porque? Porque la amaba.
Oración: Señor, quiero amar tu casa como te amo a ti. Amén.
Versículo base: Una cosa he pedido al Señor, y esa buscaré: Que habite yo en la casa del Señor todos los días de mi vida, Para contemplar la hermosura del Señor Y para meditar en Su templo. (NBA2005) Salmos 27:4