El peor de los pecadores
El apóstol Pablo fue uno de los grandes responsables por la expansión del evangelio en el Nuevo Testamento. Actualmente, se le atribuye la escrita de 14 libros del Nuevo Testamento. Fue quizás el promotor más importante del cristianismo en el Imperio Romano, hasta que fue condenado a muerte y ejecutado por decapitación.
Hay algo muy interesante a observar en la vida de Pablo. Antes de su encuentro con Cristo (registrado en Hechos 9), se llamaba Saulo y era un líder fariseo que perseguía a los cristianos: “Saulo, por su parte, causaba estragos en la iglesia: entrando de casa en casa, arrastraba a hombres y mujeres y los metía en la cárcel“, Hechos 8:3.
Pablo siendo un líder religioso fariseo, se consideraba a sí mismo más justo que todos los hombres. Pero cuando llegó a conocer a Cristo, se declaró a sí mismo “el peor entre todos los pecadores“. Mientras se consideraba más “santo” que nadie, persiguió e hizo arrestar, azotar y matar a los que consideraba “pecadores”. Pero cuando conoció a Jesús, sólo pudo ver cuánto él mismo necesitaba el perdón de Cristo.
Cuanto más profundicemos en el conocimiento de la palabra, mayor será nuestra comprensión de nuestras faltas. Cuanto más entendemos cuán lejos estamos de ser como Jesús, más humildes seremos, más misericordiosos, menos críticos y más amorosos.
Oración: Señor, al conocerte profundamente, puedo darme cuenta de lo defectuoso e imperfecto que soy. Me doy cuenta de cuánto necesito de tu gracia y misericordia. ¡Amén!
Versículo base: Este mensaje es digno de crédito y merece ser aceptado por todos: que Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero precisamente por eso Dios fue misericordioso conmigo, a fin de que en mí, el peor de los pecadores, pudiera Cristo Jesús mostrar su infinita bondad. Así vengo a ser ejemplo para los que, creyendo en él, recibirán la vida eterna. (NVI) 1 Timoteo 1:15-16