El carro robado
Se dice que en una determinada ciudad, mientras el semáforo cambiaba de amarillo a rojo, un conductor optó por hacer lo correcto: detenerse y esperar que volviera a verde, en lugar de acelerar y pasar el semáforo en rojo, como hacemos la mayoría. Sin embargo, el conductor que iba inmediatamente detrás, pensó que esa no había sido una buena decisión, ya que por eso, no pudo pasar el semáforo, sin considerar que lo pasaría completamente en rojo.
Este conductor comenzó a tocar la bocina y a gritar insultos y malas palabras al compañero conductor, que iba delante.
Precisamente en ese momento pasaba un policía que observaba atentamente la escena. Se acercó al nervioso conductor y le dio la orden:
– “Señor, bájese del auto, está detenido por robo de vehículo”.
El conductor, sorprendido por la determinación del policía, preguntó:
– “¿Qué quieres decir con robo de vehículo? ¿Qué carro robé?”.
El policía respondió con calma:
– “Bueno, este mismo, el carro que conduces. Este carro es robado”.
El hombre estaba aún más indignado.
– “Pero este carro es mío, ¿Cómo puedes decir que es robado?”
El policía, sin ceder ni un ápice en sus afirmaciones, se mantuvo firme:
– “Usted me acompañará a la comisaría para esclarecer los hechos”.
Ese hombre fue arrestado y puesto en una celda, donde permaneció 2 horas, esperando ser llamado, para finalmente poder demostrar que el carro era suyo. Pasado ese tiempo, fue llamado para ser interrogado, presentó los documentos que acreditaban ser el propietario del vehículo, y efectivamente, el carro era suyo.
Entonces el policía explicó lo que había sucedido:
– “Señor, vi que en la parte trasera de su auto, del lado derecho, había una calcomanía que decía “Soy salvo por Cristo”. Del lado izquierdo, otra calcomanía que decía “Jesús, mi ejemplo perfecto”. Una más en el vidrio del carro decía “Jesús me ha transformado” y en el asiento trasero todavía había una Biblia. Y viendo su comportamiento, sólo podía pensar: este carro es robado”.
Inmediatamente, ese hombre se dio cuenta de que el policía intentaba demostrarle que su actitud no era coherente con la de un cristiano. Él no estaba reflejando la vida de Cristo en sus acciones.
¿Cuántas veces avergonzamos el nombre de Cristo, con nuestras actitudes? Siempre debemos recordar que estamos siendo observados, especialmente por los no cristianos, que buscan ver en nosotros el carácter de Cristo. Por eso, nuestras actitudes y comportamientos deben ser coherentes con lo que aprendemos en la palabra de Dios.
También debemos recordar que es por el AMOR que seremos reconocidos como cristianos: “El amor que tengan unos por otros será la prueba ante el mundo de que son mis discípulos”, Juan 13:35.
¿Has revelado el amor de Cristo en tus actitudes?
Oración: Señor, reconozco que no he mostrado tu amor en mis actitudes y no he sido ejemplo del carácter de Cristo en muchos de mis comportamientos. Te pido que transformes mi corazón, y hazme más parecido a Cristo. Amén.
Versículo base: El amor que tengan unos por otros será la prueba ante el mundo de que son mis discípulos. (NTV) Juan 13:35