Buenos días!

El saludo más común que usamos es “buenos días”.
Aquellos que han sido bien educados en casa ofrecen un “buenos días” incluso a un extraño en el ascensor. Ofrecemos un buen día a nuestros colegas cuando llegamos al trabajo o al encargado de la cafetería antes de pedir una taza de café.
Pero muchas veces, salimos de la casa sin siquiera decir un “buenos días” a nuestro creador. Él está allí, cuidó tu sueño, te acompañó toda la noche, pero te fuiste apurado. Ni siquiera un “buenos días”, y mucho menos un “gracias” o un “te necesito”.
Mi invitación hoy es desafiarlo a darle a Dios las primicias de tu día, los primeros minutos. Pon tu alarma 30 minutos antes, 15 minutos antes y dedique ese tiempo a aquel que realmente puede cambiar tu vida y que tiene mucho que contarte. Y te sorprenderás de los resultados.
Oración: Señor, buenos días! De ahora en adelante quiero comenzar a entregarte las primicias de mi día, los primeros minutos. Ayúdame a desarrollar el hábito de la oración. ¡Quiero más de tu presencia en mi vida! Amén.
Versículo base: Por la mañana, Señor, escuchas mi clamor; por la mañana te presento mis ruegos, y quedo a la espera de tu respuesta. (NVI) Salmos 5: 3