Atraídos por la curiosidad

Un niño esfuerzase por espiar

Si suele navegar por Internet, seguramente habrá notado que al final de cada página, o algunas veces en la barra lateral, hay noticias “amarillistas” y titulares llamativos, que parecen ser de una historia periodística, pero cuando hace clic, descubres que no lo son, y que no se parecía en nada a lo que se anunciaba. “Adiós fulano de tal (alguien famoso). El mundo está en shock” o “donde vive fulano de tal es desgarrador“.

Bueno, si ya hizo clic a estos anuncios amarillistas, sepa que estas supuestas noticias son en realidad lo que se llama “Clickbait“, que se puede traducir como “caza-clic“. Con cada clic, se alimenta el algoritmo y puedes comenzar a recibir anuncios que no deseabas recibir.

Atraídos por la curiosidad, caímos en los “clickbaits”. Así como, atraídos por la curiosidad, dejamos espacio para el pecado en nuestra vida. No pocas veces, la “curiosidad” nos lleva a entrar en ese sitio web o a leer el horóscopo. A veces, simplemente por curiosidad, respondemos un mensaje o aceptamos una invitación que no deberíamos. La curiosidad nos pone frente a las “ofertas” del mundo. Y luego que caemos, culpamos a Dios por permitirnos la tentación.

Esto es lo que dice el texto de hoy: “Que nadie, al ser tentado, diga: ‘Es Dios quien me tienta.’ Porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni tampoco tienta él a nadie. Todo lo contrario, cada uno es tentado cuando sus propios malos deseos lo arrastran y seducen.”. Su propia codicia es lo que lo impulsa a pecar. Tu “curiosidad” es lo que abre puertas que no deberían abrirse. Y muy rápido, culpas a Dios.

Decide hoy no dar más espacio a la “curiosidad”. No procure las “ofertas” en el mundo. Y así, no caerás en las trampas del enemigo.

Oración: Señor, no quiero, atraído por la curiosidad, caer en las trampas del enemigo. Quiero siempre hacer siempre la mejor elección. ¡Amén!

Versículo base: Que nadie, al ser tentado, diga: ‘Es Dios quien me tienta.’ Porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni tampoco tienta él a nadie. Todo lo contrario, cada uno es tentado cuando sus propios malos deseos lo arrastran y seducen. (NVI) Santiago 1:13-14

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