Admítelo: tienes prejuicios

Admítelo: tienes prejuicios.

Según el diccionario, el prejuicio según la real academia española es un “juicio previo o idea preconcebida, por lo general desfavorable,  acerca de algo que se conoce mal“. Y todos, en algún momento, hacemos una generalización precipitada a raíz de alguna experiencia personal o impuesta por nuestro entorno.

Tu prejuicio puede ser por el estatus social de alguien, su nacionalidad, su partido político o sus creencias religiosas. Podría ser por el físico, el acento, el círculo de amigos o la familia. Y tal vez, mientras lees esta meditación, estás buscando en tu mente, motivos que justifican tu prejuicio.

El prejuicio es un juicio anticipado. Cuando establezco que alguien es de cierta manera, por un motivo indirecto, estoy juzgando y condenando a esa persona. Y la Biblia condena el juicio. Y aunque parece obvio que alguien que sale con adictos probablemente sea un adicto, no sabré la verdad hasta que vea y sepa que esta persona en realidad está consumiendo drogas. Y necesito aprender a controlar mis pensamientos críticos.

He estado luchando contra mis prejuicios. No es algo fácil. Pero cuando me vienen a la mente pensamientos de juicio, simplemente se los entrego al Señor. Quiero estar libre de prejuicios. Y que cada uno responda ante el Señor por sus acciones.

Oración: Señor, líbrame de todo prejuicio. Quítame el hábito de juzgar situaciones de las que no conozco los detalles. Líbrame de todo juicio. Amén.

Versículo base: No digan que algo está mal solo porque así les parece. Antes de afirmar algo, deben estar seguros de que así es. (BTLA) Juan 7:24

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