¡Basta! ¡Hagamos lo que hay que hacer!
Ocurrió el 25 de enero de 2019, el mayor accidente laboral de la historia de Brasil, donde 259 personas perdieron la vida y otras 11 siguen desaparecidas. En la ciudad de Brumadinho, Brasil, una represa que acumulaba desechos mineros, se rompió y enterró a los trabajadores y personas que allí vivían, en la ciudad. El informe final del desastre concluyó que la causa del colapso de la represa fue la “licuefacción”, un proceso en el que algo que se encuentra en estado sólido se vuelve líquido.
Sin embargo, el mayor error en Brumadinho fue la negligencia. La investigación del accidente mostró que durante más de 1 año se discutió la seguridad de la represa. Se sabía que podía romperse en cualquier momento. Sin embargo, corregir los problemas requeriría inversiones, costos y una reducción significativa de las ganancias. Y nadie tuvo el valor de decir “¡Basta! ¡Hagamos lo que hay que hacer!“.
Como pasó en Brumadinho, también pasa en nuestras vidas. Somos negligentes con los problemas que tenemos ante nosotros. El matrimonio está en un estado de “licuefacción”, pero no tomamos la actitud de decir “¡Basta! ¡Hagamos lo que hay que hacer!“. Porque resgatar un matrimonio nos cuesta trabajo, hay que hablar, cambiar, ajustar cosas, mudar comportamientos. O tal vez los niños se están perdiendo en un camino que no es el mejor, pero educar a un niño realmente requiere mucho trabajo. Nos sentimos cansados y no tomamos las acciones que se deben tomar. La negligencia ocurre cuando nos damos cuenta de que los problemas invaden a nuestra familia y no hacemos nada para resolverlos.
¡Tener una familia sólida requiere trabajo! Ninguna familia viene “hecha”. Requiere esfuerzo y dedicación. No dejes que el desánimo se apodere de tu vida. Lucha para que tu familia permanezca de pie, mas allá de todas las dificultades.
Oración: Señor, no quiero ser negligente con los problemas que vienen a mi familia. Quiero enfrentarme a ellos, aunque sé que exigirá mucho trabajo. ¡Amén!
Versículo base: Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Átalas a tus manos como un signo; llévalas en tu frente como una marca; escríbelas en los postes de tu casa y en los portones de tus ciudades. (NVI) Deuteronomio 6:6-9