Cuando Jesús lo oyó, se detuvo

En Marcos, en el capítulo 10, encontramos el relato de la sanación del ciego llamado Bartimeo, un mendigo que se sentaba junto al camino, porque como no podía ver, no podía trabajar para ganarse la vida. El relato bíblico cuenta que Bartimeo escuchó que Jesús pasaba por allí. Entonces comenzó a gritar y a clamar: “¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!”. Todo el pueblo le pidió al mendigo que dejara de gritar, pero él sólo gritó más fuerte: “¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!”.

Luego, el relato dice en el versículo 49 que “cuando Jesús lo oyó, se detuvo “. Quizás nunca hayas puesto atención a este detalle, pero en ese momento, el Dios del universo, aquel a través del cual fueron creadas todas las cosas, el dueño de la vida y de la muerte, se detuvo ante el grito de un mendigo. Iba caminando, avanzaba hacia donde se dirigía, pero no ignoró el grito de aquel mendigo y se detuvo a escuchar su petición.

Mi amado hermano, Jesús está dispuesto a detenerse a escuchar tu clamor. Si has orado a Dios, si le has clamado, no pienses que Él ignora tu clamor. Sepa que no solo te escucha, incluso deja lo que está haciendo para poner su atención. Sin embargo, si Bartimeo se hubiera sentido intimidado por quienes le decían que guardara silencio, tal vez habría perdido la gracia que le sería alcanzada. Pero él no se rindió, a pesar de que lo regañaron, insistió.

Que en este día puedas orar a Dios más fuerte y decir: “¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí! “.

Oración: Señor, hoy te pido Jesús, ten compasión de mí. Mira mi necesidad y regálame de tu paz, la paz que sobrepasa todo entendimiento. Amén.

Texto base:
46 Después llegaron a Jericó y mientras Jesús y sus discípulos salían de la ciudad, una gran multitud los siguió. Un mendigo ciego llamado Bartimeo (hijo de Timeo) estaba sentado junto al camino.
47 Cuando Bartimeo oyó que Jesús de Nazaret estaba cerca, comenzó a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!».
48 «¡Cállate!», muchos le gritaban, pero él gritó aún más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!».
49 Cuando Jesús lo oyó, se detuvo y dijo: «Díganle que se acerque». Así que llamaron al ciego. «Anímate —le dijeron—. ¡Vamos, él te llama!».
50 Bartimeo echó a un lado su abrigo, se levantó de un salto y se acercó a Jesús.
51 —¿Qué quieres que haga por ti? —preguntó Jesús. —Mi Rabí —dijo el hombre ciego—, ¡quiero ver! 
52 Y Jesús le dijo: —Puedes irte, pues tu fe te ha sanado. Al instante el hombre pudo ver y siguió a Jesús por el camino.
Marcos 10: 46-52 (ACF)

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