Permitiendo la invasión del enemigo
En 1940, en la Segunda Guerra Mundial, en apenas 5 semanas de combate, el ejército alemán derrotó a los franceses e invadió Francia. En París, más de la mitad de los franceses abandonaron apresuradamente sus hogares y el propio país, por miedo a la invasión alemana.
Quiero que, por unos momentos, intentes imaginar cómo fue este momento para los franceses. Imagina que tu país está siendo invadido por un ejército enemigo. No sabes lo que podría pasar: tu esposa podría ser violada, tus hijos asesinados, te podrían arrestar o incluso asesinarte. Ahora necesitas abandonar toda la vida que conoces, tu trabajo, tu hogar, tu barrio, tu país. Haces una maleta y te vas sin rumbo, simplemente huyes.
Nada de esto habría sucedido si los franceses hubieran resistido la invasión.
Lo mismo sucede en nuestra vida espiritual: todo nuestro miedo sucede porque permitimos que el enemigo entre. Cuando no resistimos sus ataques y le permitimos entrar en nuestras vidas, llega el miedo, la ansiedad y la preocupación por lo que sucederá. Todos estos sentimientos no provienen de Dios, porque en Él no hay temor.
El texto de 1 Juan 4:18 nos dice que “en el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor lleva en sí castigo. Así que el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor”.
¿Y quién más que Cristo es el amor? Si tengo miedo, no estoy viviendo el perfecto amor de Cristo.
¿Has estado sufriendo de miedo, ansiedad y preocupación? Busca a Cristo. Porque Él mismo nos dice: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo os la doy no como el mundo la da. No se angustie vuestro corazón ni tengáis miedo” (Juan 14:27). Incluso en medio a una guerra, podemos tener paz y estar libres de temor, si estamos en el perfecto amor de Cristo.
Oración: Señor, quiero ser, sentir y vivir el amor perfecto de Cristo. Libérame del miedo, la ansiedad y la preocupación. Decido confiar en ti. Amén.
Versículo base: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor lleva en sí castigo. Así que el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor” (ACF) 1 Juan 4:18