Sólo ambición y codicia
Esta es la triste historia de un hombre llamado Stephen Phillips. En 1983, fue acusado falsamente de violación y robo y sentenciado a 30 años de prisión. En 2008, con el avance de la ciencia, una prueba de ADN demostró su inocencia. El verdadero violador era un delincuente sexual conocido y registrado, que ya estaba muerto en ese momento. Stephen Philips, que ya había cumplido 25 años de su condena, fue puesto en libertad e hizo un trato con la justicia para recibir 6 millones de dólares, como compensación por el error en su juicio.
No puedo decir si, aún una cifra tan alta, compensa 25 años preso injustamente. Sin embargo, al menos, es una compensación aceptable que podría dar tranquilidad a Stephen para los años que aún quedan.
Pero su pesadilla no había terminado. Cuando fue arrestado en 1983, Stephen Phillips estaba casado con una mujer llamada Traci. Esta mujer pocas veces visitó a Stephen en prisión y luego se divorció de él. Sin embargo, cuando Traci leyó en los periódicos sobre la compensación que había recibido su exmarido, presentó una demanda reclamando el 50% del monto, como parte de la división de los bienes del divorcio. Y además de su exesposa, un abogado también lo demandó, reclamando injustamente 2 millones de dólares en honorarios. Finalmente, ambos reclamos se prolongaron durante años en los tribunales y solo en 2014, Stephen ganó ambos reclamos y pudo así, comenzar a disfrutar del dinero.
Es increíble pensar que dos seres humanos pensaron que tenían derecho a una indemnización por un hombre que fue encarcelado injustamente durante 25 años de su vida. Me recuerdan el Salmo 10, especialmente el versículo 3: “El malvado se enorgullece de su ambición, el codicioso blasfema e injuria al Señor“. Una persona codiciosa maldice e insulta a Dios mismo con su codicia.
Que tú y yo guardemos nuestros corazones de la ambición y la codicia, porque maldicen e insultan a Dios.
Oración: Señor, líbrame de la codicia y la avaricia. Quiero tener un corazón puro y justo delante de ti. Amén.
Versículo base: Con su arrogancia el malvado acosa al débil; ¡ojalá quede atrapado en la trama que ha urdido! El malvado se enorgullece de su ambición, el codicioso blasfema e injuria al Señor. El malvado, en su soberbia, de nada se preocupa: “No hay Dios”; esto es todo lo que piensa. (BHTI) Salmos 10:2-4