Jesús no vino a condenar al mundo
Al final de la Segunda Guerra Mundial, Japón se rindió a las fuerzas aliadas en el Pacífico. Un general estadounidense dio la orden de arrestar a más de 40 militares japoneses de alto rango, para que respondieran por sus crímenes de guerra. Entre estos líderes estaba el general Hideki Tojo. Cuando vio llegar a los soldados estadounidenses a su casa, el general japonés intentó suicidarse pegándose un tiro, pero no murió. Luego, los soldados estadounidenses lo llevaron a un hospital. Se recuperó y luego fue condenado y ahorcado por el ejército estadounidense.
Es curioso pensar que la vida del general japonés fue salvada, solo para ser arrebatada. Finalmente, los soldados estadounidenses no habían ido a la casa del general japonés para salvarle la vida, sino para condenarlo, y fue lo que hicieron.
Todo lo contrario de esta historia es lo que Jesús hizo por nosotros. En Juan 3:17, la Biblia nos dice que “Dios no envió a Su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él“.
Cristo no vino a este mundo para que seamos condenados. Al contrario, vino a salvarnos. Y Él no nos salvó para luego condenarnos y ejecutarnos. Más bien, Él dio Su propia vida, en mi lugar, en el tuyo y en el lugar del general japonés.
¿Quieres ser salvo por Cristo? Entrega tu vida a Él.
Oración: Señor, te agradezco que hayas venido a salvarme y no a condenarme. Te entrego mi vida hoy y te declaro como mi Señor y Salvador. ¡Amén!
Versículo base: Porque Dios no envió a Su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él. (NBA2005) Juan 3:17