Salomón y las dos madres

Espadas cruzadas y un bebe al fondo
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Una historia bíblica muy conocida, registrada en el libro 1ª de Reyes, en el capítulo 3, cuenta la historia de dos prostitutas que tuvieron hijos. Ambas tuvieron a sus hijos con solo 3 días de diferencia. Sin embargo, el hijo de una de ellas murió y por eso, trató de robar al hijo de la otra mujer, cambiando el bebé muerto por su hijo vivo. Al darse cuenta del intercambio, la madre decide recurrir a la intervención del rey Salomón. El rey, entonces, da una orden inesperada: “Partan en dos al niño que está vivo, y denle una mitad a ésta y la otra mitad a aquélla“.

Al ver que el niño sería cortado por la mitad, la verdadera madre gritó al rey: “¡Por favor, mi señor, dale el niño vivo! ¡No lo mates!” Pero la otra mujer dijo: “¡Ni para mí ni para ti! ¡Que lo partan!” La reacción de ambas mujeres fue suficiente para que el rey identificara a la verdadera madre y le entregara el bebé.

Nuestras reacciones demuestran lo que hay en nuestro corazón. Si somos “explosivos”, revelamos el odio que existe dentro de nosotros. Si somos sarcásticos, demostramos que no tenemos respeto por el otro. Si nos quedamos con las vueltas a más que recibimos por error, no somos honestos. Si quieres saber lo que hay en tu corazón, observa cómo has reaccionado ante diferentes situaciones en tu vida diaria.

En Gálatas están registrados los frutos del espíritu, que no es más que la forma en que reacciona aquel que ha limpiado su corazón de toda contaminación y ahora es gobernado por el Espíritu Santo. “En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio”.

Hoy mismo, examina tus reacciones y sus frutos. ¿Qué dicen de ti?

Oración: Señor, que mis reacciones manifiesten los frutos del Espíritu. ¡Amén!

Versículo Base: En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas. Los que son de Cristo Jesús han crucificado la naturaleza pecaminosa, con sus pasiones y deseos. Gálatas 5:22-24

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