Hemos abandonado a Dios y cavado cisternas rotas
¡Los seres humanos, insaciables como son, buscan desesperadamente saciar su sed! Y en esta búsqueda incansable, abren cisternas en el desierto de sus vidas, con la esperanza de retener allí algo de agua. En el texto de hoy, en Jeremías 2:13, encontramos el registro de lo que hizo el pueblo de Israel: “Dos son los pecados que ha cometido mi pueblo: Me han abandonado a mí, fuente de agua viva, y han cavado sus propias cisternas, cisternas rotas que no retienen agua“.
Esto es lo que hemos hecho: hemos abandonado a Dios y abierto cisternas rotas. Nos olvidamos de quien es la verdadera fuente de agua viva y ponemos toda nuestra confianza en cisternas rotas, que nunca podrán darnos lo que nuestra alma necesita.
Cuando pensamos que nuestra felicidad está en una relación, encontramos la imperfección del ser humano. Cuando creemos que nuestra seguridad está en un trabajo o una empresa, descubrimos que somos prescindibles. Cuando ponemos toda nuestra fe en una inversión o negocio, descubrimos que los tesoros de este mundo son corrosivos. ¡No son más que cisternas rotas!
¡Vuelve a Cristo! ¡Ven a la verdadera fuente de agua viva y bebe!
Oración: ¡Señor, no quiero poner mi confianza en cisternas rotas! ¡Quiero beber de la verdadera fuente de agua viva, que es Cristo!
Versículo base: ‘Dos son los pecados que ha cometido mi pueblo: Me han abandonado a mí, fuente de agua viva, y han cavado sus propias cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.” (NVI) Jeremias 2:13