Sé que no eres ni frío ni caliente

No tomar una decisión ya es una decisión. Cuando no puedo tomar una decisión, dejo que el mundo o las circunstancias decidan cuál será el resultado. Y esto, en cierto modo, es también una decisión, la decisión de dejar que las cosas sigan su curso natural o sean dirigidas y decididas por otras personas.

Un hijo que va por mal camino, pero no se hace nada al respecto, es la decisión de dejarlo a su suerte. Un matrimonio que va camino del divorcio, pero que no se hace nada para mejorar la relación, es la decisión de darle poco valor al matrimonio. Criar a un hijo requiere trabajo. Ter un matrimonio sólido también. Y ambos requieren decisiones difíciles, que sin duda nos sacan de nuestra “zona de confort“.

Al mirar la palabra de Dios, no tomar una decisión también es como estar “tibio“. Ni frío ni caliente. Y el texto de hoy habla de personas que no toman una posición clara en Cristo. No están completamente en el mundo, pero tampoco están completamente con Cristo. No tomaron una decisión entre Cristo y el mundo. No son calientes y ni tampoco fríos. Son tibios. Entonces el Señor les dijo: “Conozco tus obras; sé que no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras lo uno o lo otro! Por tanto, como no eres ni frío ni caliente, sino tibio, estoy por vomitarte de mi boca.”

Lo tibio es repugnante. No tomar una decisión es ser tibio, ni frío, ni caliente. Quedarse en la valla puede ser cómodo, pero no es la posición que debemos elegir.

Oración: Señor, quiero tomar decisiones difíciles sobre mis hijos y mi matrimonio. También quiero tomar una posición clara en mi vida con Cristo. No quiero ser tibio. ¡Amén!

Versículo base: “Conozco tus obras; sé que no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras lo uno o lo otro! Por tanto, como no eres ni frío ni caliente, sino tibio, estoy por vomitarte de mi boca.” (NVI) Apocalipse 3:15-16