Despójense de toda inmundicia
El 15 de abril de 1919, un submarino alemán U-118 de la primera guerra mundial estaba siendo transportado y terminó varado en una playa inglesa, en Hastings. Nada pudo sacar al submarino de allí. Entonces, sucedió algo inesperado: el submarino se convirtió en un punto de atracción turística. Se cobraba un valor de entrada, y la gente podía entrar y subir al submarino para conocerlo en detalles.
Sin embargo, sucedió algo extraño. Los dos guardaespaldas responsables de guiar a las personas en la visita al submarino enfermaron repentinamente y murieron. Aunque no se sabe con certeza qué sucedió, se cree que la liberación de cloro gaseoso de las baterías del submarino fue responsable de la contaminación y muerte de ambos.
Cuando visitamos ambientes contaminados, corremos serio riesgo de infección. Y lo mismo pasa en nuestra vida espiritual. Los entornos que frecuentamos determinan cuán puros somos espiritualmente. No podemos ignorar lo cuánto nuestro interior es afectado por el entorno en que vivimos. Por eso, es fundamental elegir bien las amistades, los círculos de conversación, los lugares que visitamos o las páginas web que navegamos.
El texto de hoy nos advierte de la importancia de deshacerse o despojarse como dice el versículo, de toda inmundicia y maldad. Y ese despojo, comienza con nuestras elecciones más cotidianas en el día a día.
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Oración: Señor, quiero elegir bien a mis amigos, los círculos de conversación, los lugares a los que voy y las páginas web que navego. No quiero ser contaminado por las impurezas de este mundo. ¡Amén!
Versículo base: Por esto, despójense de toda inmundicia y de la maldad que tanto abunda, para que puedan recibir con humildad la palabra sembrada en ustedes, la cual tiene poder para salvarles la vida.(NVI) Santiago 1:21