Una voz te dirá: “Éste es el camino; síguelo.”
Fue el 10 de abril de 1912 cuando el RMS Titanic salió del puerto de Southampton, exactamente a las 12:15 pm para un viaje de regreso. Después de viajar más de 3600 kilómetros hacia Nueva York, llegó la fatídica noche del 14 de abril. Era bastante común que los barcos se enviaran alertas de iceberg entre sí y el Titanic a las 10:55 pm recibiría un alerta del SS Californian. Sin embargo, el operador de telégrafos, Jack Phillips, supuestamente habría dicho a su interlocutor que “se callara” porque estaba ocupado enviando mensajes de la tripulación al continente. “¡Vete, cállate! ¡Estoy trabajando Cabo Race!” habrían sido las palabras pronunciadas por Jack Phillips, según el operador del SS Californian, quien desistió de enviar el mensaje de alerta. Jack Phillips terminó muriendo en el naufragio.
Nunca lo sabremos realmente, pero es posible que el mensaje del SS Californian pudiese haber evitado el hundimiento del Titanic. De la misma manera, un mensaje del cielo puede salvar tu vida. Porque cuando estamos conectados con Dios, podemos escuchar su voz, guiándonos y advirtiéndonos del peligro.
Lea conmigo este espectacular versículo de Isaías, en el capítulo 30, versículo 21: “Ya sea que te desvíes a la derecha o a la izquierda, tus oídos percibirán a tus espaldas una voz que te dirá: Éste es el camino; síguelo.”
Que tu y yo no seamos como Jack Phillips, quien se negó a escuchar la voz que podría darle la dirección correcta. “El que es de Dios escucha lo que Dios dice. Pero ustedes no escuchan, porque no son de Dios”, Juan 8:47. Elije hoy ser de Dios.
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Oración: Señor, quiero escuchar tu voz y seguir el camino que me indiques. ¡Amén!
Versículo base: Ya sea que te desvíes a la derecha o a la izquierda, tus oídos percibirán a tus espaldas una voz que te dirá: “Éste es el camino; síguelo.” (NVI) Isaías 30:21