Toda herida nace de fricción del cuerpo con la vida
Vi la foto de un tatuaje que decía: “toda herida nace de fricción del cuerpo con la vida”. Así que podríamos decir que, el más herido probablemente fue el que más vivió.
Quien corre, puede tropezar. Pero llega antes. Quien no se rinde, puede cansarse, pero llega.
Es interesante ver cómo Dios diseñó al ser humano. Permitió que nuestras heridas dejaran cicatrices. Las cicatrices son, en cierto modo, recuerdos. Pueden recordarnos lo dura que fue la pelea. Pero una herida que sanó es una herida que se ha superado, que hemos vencido. Es una victoria ante la adversidad.
No debemos temer las heridas que puede traer la vida. No debemos quedarnos en casa, escondidos y asustados, para no lastimarnos. Vivir traerá sus riesgos y sus dificultades. Y cuando nos lastimamos, debemos recordar quién sana nuestras heridas: “Pero yo te restauraré y sanaré tus heridas afirma el Señor”, Jeremías 30:17.
El avión esta más seguro en tierra, es cierto. El barco está más seguro en el puerto. Sin embargo, no fueron creados para estar allí.
Oración: Señor, no quiero temer las heridas que me puede traer la vida. Porque sé que eres tú quien me cuida y me cura. ¡Amén!
Versículo base: Pero yo te restauraré y sanaré tus heridas afirma el Señor porque te han llamado la Desechada, la pobre Sión, la que a nadie le importa. (NVI) Jeremias 30:17