Amparo y fortaleza

Una mujer apunta al versículo de Salmos 46:1

Robin Williams quizás fue uno de los mejores actores de nuestro tiempo. Cómo no conmoverse por su actuación en Patch Adams, donde interpreta a un hombre que descubre que el humor y el afecto pueden hacer maravillas y ayudar a sanar a las personas hospitalizadas. Patch Adams fue sin duda una de las películas más bellas que he visto.

Desde mi punto de vista, la noticia del suicidio de Robin Williams fue la más inesperada que vi en el mundo de los artistas. Ya sabemos que la fama o el dinero no es garantía de paz y felicidad para nadie, sin embargo, no fue fácil pensar que Robin Williams, siempre tan alegre y sonriente perante nuestros ojos (y en sus actuaciones), estaba luchando contra una depresión profunda y la adicción al alcohol y las drogas.

Me pregunto entonces qué tan diferente es la vida que podemos ver frente a lo que realmente es. En las redes sociales, en las reuniones de amigos, en los clubes e incluso en la iglesia, la vida del otro siempre se ve mejor que la tuya. Miras a alguien y piensas: “Él no tiene los problemas o dificultades que yo tengo“, pero eso no siempre es cierto. Porque todos tienen una vida que vemos pero también otra que no vemos, una lucha que no conocemos, un espino que no conocemos. Y el dolor, la ansiedad, la tristeza y la depresión no siempre son visibles a simple vista.

Sin embargo, nosotros tenemos a dónde recurrir. Afortunadamente, tenemos nuestro amparo, nuestra fortaleza. “Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia”, Salmo 46: 1. Son muchos los que no tienen a dónde recurrir y no encuentran otra salida que no sea el suicidio, pero nosotros podemos nos resguardar “a la sombra de tus alas“, Salmo 36 : 7. Tampoco tendremos sed, porque podemos beber “de tu río de deleites“, Salmo 36: 8.

Oración: Señor, te doy gracias porque encuentro amparo y fortaleza en ti, siempre presente en tiempos de problemas. ¡Amén!

Versículo base: Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia. Por eso, no temeremos aunque se desmorone la tierra y las montañas se hundan en el fondo del mar; aunque rujan y se encrespen sus aguas, y ante su furia retiemblen los montes. Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios, la santa habitación del Altísimo. Dios está en ella, la ciudad no caerá; al rayar el alba Dios le brindará su ayuda.(NVI) Salmos 46:1-5

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