La oración respondida

El capítulo 20 del segundo libro de Crónicas, es una preciosa porción de la palabra de Dios, que nos muestra el Dios poderoso y misericordioso al que servimos. El rey Josafat recibe la noticia de que un grande ejército enemigo avanza en su contra y dice la palabra que “quedó aterrado con la noticia” (verso 3). ¿Y que demos hacer cuanto nos sentimos aterrados ante una circunstancia difícil que enfrentamos? Debemos hacer lo que hizo Josafat: buscar a Dios en oración y entregar a Él todas nuestras angustias.

El texto nos dice que el rey Josafat se puso de pie ante la comunidad de Judá, en frente al nuevo atrio del templo del Señor y oró a Dios. Y Dios libró el pueblo de sus enemigos. Particularmente, creo que las oraciones respondidas en la Biblia nos enseñan mucho sobre como debemos orar. Por eso, observo que la oración de Josafat tenía 5 partes:

  1. Alaba a Dios y reconoce quien Él es: “solo tú eres el Dios que está en el cielo. Tú eres el gobernante de todos los reinos de la tierra. Tú eres fuerte y poderoso. ¡Nadie puede hacerte frente!” (verso 6)
  2. Recuerda lo que Dios ya hizo en el pasado: “¿acaso no expulsaste a los que vivían en esta tierra cuando llegó tu pueblo Israel? ¿Acaso no les diste esta tierra para siempre a los descendientes de tu amigo Abraham?” (verso 7)
  3. Le cuenta a Dios lo que ha hecho: “Tu pueblo se estableció aquí y construyó este templo para honrar tu nombre.” (verso 8).
  4. Manifiesta a Dios sus temores y angustia: “Ahora mira lo que los ejércitos de Amón, Moab y del monte Seir están haciendo.” (verso 10)
  5. Le pide a Dios lo que necesita: “¿no los vas a detener? Somos impotentes ante este ejército poderoso que está a punto de atacarnos. No sabemos qué hacer, pero en ti buscamos ayuda”. (verso 12).

Ante la angustia y preocupaciones, busca a Dios en oración. Y Él te librará.

Texto base:

Josafat se puso de pie ante la comunidad de Judá en Jerusalén, frente al nuevo atrio del templo del Señor, y oró diciendo: «Oh Señor, Dios de nuestros antepasados, solo tú eres el Dios que está en el cielo. Tú eres el gobernante de todos los reinos de la tierra. Tú eres fuerte y poderoso. ¡Nadie puede hacerte frente! Oh Dios nuestro, ¿acaso no expulsaste a los que vivían en esta tierra cuando llegó tu pueblo Israel? ¿Acaso no les diste esta tierra para siempre a los descendientes de tu amigo Abraham? Tu pueblo se estableció aquí y construyó este templo para honrar tu nombre. Ellos dijeron: “Cuando enfrentemos cualquier calamidad, ya sea guerra, plagas o hambre, podremos venir a este lugar para estar en tu presencia ante este templo donde se honra tu nombre. Podremos clamar a ti para que nos salves y tú nos oirás y nos rescatarás”.  »Ahora mira lo que los ejércitos de Amón, Moab y del monte Seir están haciendo. Tú no permitiste que nuestros antepasados invadieran esas naciones cuando Israel salió de Egipto, así que las rodearon y no las destruyeron. ¡Mira cómo nos pagan ahora, porque han venido para echarnos de tu tierra, la cual nos diste como herencia! Oh Dios nuestro, ¿no los vas a detener? Somos impotentes ante este ejército poderoso que está a punto de atacarnos. No sabemos qué hacer, pero en ti buscamos ayuda». 2 Crónicas 20: 5-12 (NTV)

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